23/01/2018, 11:13
(Última modificación: 23/01/2018, 11:14 por Aotsuki Ayame.)
—¡Ay, sí, lo había olvidado! ¡Qué rico! —exclamó Daruu, relamiéndose y acariciándose el estómago.
Y Ayame y Kōri se volvieron hacia él como dos resortes perfectamente sincronizados. Ella, pálida y con los ojos abiertos de par en par como si acabara de ver un fantasma; él, con sus afilados ojos de escarcha ligeramente entrecerrados, como si estuviera sopesando la posibilidad de que aquel Daruu fuera un impostor.
Y el genin, al percibir las miradas de sus compañeros, se apresuró a añadir:
—Eh, ¿qué pasa? ¡Es el único pescado que me veréis comer jamás! El rebozado y las especias lo hacen estar rico, y les quitan todas las espinas, ¿vale? ¡Dejad de mirarme así!
—¡Pero si ni siquiera quisiste probar el taiyaki sólo porque tenía forma de pez! —gritó Ayame, visiblemente alarmada—. ¡Tú no eres Daruu! A ver... ¿Cuál es tu comida favorita?
Sí. Ayame acababa de convertir el viaje en un interrogatorio.
Y Ayame y Kōri se volvieron hacia él como dos resortes perfectamente sincronizados. Ella, pálida y con los ojos abiertos de par en par como si acabara de ver un fantasma; él, con sus afilados ojos de escarcha ligeramente entrecerrados, como si estuviera sopesando la posibilidad de que aquel Daruu fuera un impostor.
Y el genin, al percibir las miradas de sus compañeros, se apresuró a añadir:
—Eh, ¿qué pasa? ¡Es el único pescado que me veréis comer jamás! El rebozado y las especias lo hacen estar rico, y les quitan todas las espinas, ¿vale? ¡Dejad de mirarme así!
—¡Pero si ni siquiera quisiste probar el taiyaki sólo porque tenía forma de pez! —gritó Ayame, visiblemente alarmada—. ¡Tú no eres Daruu! A ver... ¿Cuál es tu comida favorita?
Sí. Ayame acababa de convertir el viaje en un interrogatorio.