24/01/2018, 18:07
Akame dejó que sus compañeros verbalizasen sus pensamientos mientras él se reponía de aquella última arremetida. Le dolía la espalda, el costado, el hombro derecho... Y, un poco menos, todo el cuerpo. El polvo que todavía flotaba en el ambiente se le metía en los ojos y le molestaba, la garganta le escocía y se notaba la cabeza embotada por el gasto de chakra. «Pero estoy vivo...»
Con aquella esperanzadora certeza bien aferrada entre sus manos, el Uchiha empezó a pensar en todo lo que les había ocurrido en aquel pueblo. Primero, el anciano demente. Las noticias de la familia enloquecida. Luego la casa, que había despedido en todo momento un aura de opresión y maldad que ya no notaban. Y, cómo no, aquella monstruosidad que parecía salida de un mal sueño. «Yogo-sama... ¿El Gran Maestro? ¿El Que Ve? ¿Qué demonios significan esos títulos?» Demasiadas preguntas.
El Uchiha sacudió la cabeza y se puso en pie, ignorando las dudas de sus compañeros.
—¿Alguien con ganas de explicarle al señor Takeda lo que ha pasado aquí? —preguntó, hastiado. Luego añadió—. Yo comprobaré que el resto de la casa esté bien.
Con aquella esperanzadora certeza bien aferrada entre sus manos, el Uchiha empezó a pensar en todo lo que les había ocurrido en aquel pueblo. Primero, el anciano demente. Las noticias de la familia enloquecida. Luego la casa, que había despedido en todo momento un aura de opresión y maldad que ya no notaban. Y, cómo no, aquella monstruosidad que parecía salida de un mal sueño. «Yogo-sama... ¿El Gran Maestro? ¿El Que Ve? ¿Qué demonios significan esos títulos?» Demasiadas preguntas.
El Uchiha sacudió la cabeza y se puso en pie, ignorando las dudas de sus compañeros.
—¿Alguien con ganas de explicarle al señor Takeda lo que ha pasado aquí? —preguntó, hastiado. Luego añadió—. Yo comprobaré que el resto de la casa esté bien.