25/01/2018, 00:13
Eri escuchó atentamente al Señor Takeda, pues al fin y al cabo se había tragado la mentirijilla que había dicho. Quería gritar, pero solo pudo reprimir una sonrisa de complejidad al ver su primera mentira creída. «No es algo de lo que sentirse orgullosa, Eri». Se reprendió a sí misma, sin embargo no dijo nada, solo asentía y mantenía una sonrisa en sus labios.
—No habrá problema.
Tomó el pergamino que le había dado y se despidió del Señor Takeda con buenas palabras y una gran reverencia por parte de sus dos amigos y de ella misma. Luego, cuando estaba segura de que nadie la veía, se guardó bien el pergamino y tomó rumbo a la taberna donde se reencontraría con sus compañeros.
Poco tardó en encontrarlos una vez entró en el local, se acercó a ellos y cogió a cada uno con sus brazos, atrayéndoles en un extraño abrazo de complejidad. En su derecha reposaba el pergamino donde acreditaba que habían pasado la misión con éxito.
—Misión completada, chicos —informó, con una sonrisa de oreja a oreja. Luego tomó asiento al lado de Datsue y le pidió amablemente al tabernero que le diese lo mismo que le había preparado a ambos Uchiha. Cuando se sentó, sin embargo, notó como el dolor que había olvidado volvía inmediatamente hacia ella, apoyándose en la barra con expresión cansada —. Por cierto, chicos... —llamó, girando la cara hacia ellos —. Gracias, por todo, ha estado bien trabajar con vosotros... —aquello fue más un susurro, desviando la mirada con las mejillas un poco encendidas. La verdad es que, trabajando con ellos, no había estado tan indecisa, ni tan... Asustada.
Era agradable tener a aquellas personas cuidando de sus espaldas.
—No habrá problema.
Tomó el pergamino que le había dado y se despidió del Señor Takeda con buenas palabras y una gran reverencia por parte de sus dos amigos y de ella misma. Luego, cuando estaba segura de que nadie la veía, se guardó bien el pergamino y tomó rumbo a la taberna donde se reencontraría con sus compañeros.
Poco tardó en encontrarlos una vez entró en el local, se acercó a ellos y cogió a cada uno con sus brazos, atrayéndoles en un extraño abrazo de complejidad. En su derecha reposaba el pergamino donde acreditaba que habían pasado la misión con éxito.
—Misión completada, chicos —informó, con una sonrisa de oreja a oreja. Luego tomó asiento al lado de Datsue y le pidió amablemente al tabernero que le diese lo mismo que le había preparado a ambos Uchiha. Cuando se sentó, sin embargo, notó como el dolor que había olvidado volvía inmediatamente hacia ella, apoyándose en la barra con expresión cansada —. Por cierto, chicos... —llamó, girando la cara hacia ellos —. Gracias, por todo, ha estado bien trabajar con vosotros... —aquello fue más un susurro, desviando la mirada con las mejillas un poco encendidas. La verdad es que, trabajando con ellos, no había estado tan indecisa, ni tan... Asustada.
Era agradable tener a aquellas personas cuidando de sus espaldas.