25/01/2018, 19:23
—Buenos días, Inuzuka-san
Dios me dio un par de segundos de ventaja para poder oir como mi corazón se partía en dos en una sonora onomatopeya que solo escuché yo.
, y sí, vengo por una misión, pero dudaría mucho de querer hacerla contigo después de lo que pasó. ¡Parecíais críos, por Shiona-sama!
Ahí ya pude sentir como lo que quedaba de él, dividido y maltrecho, se convertía en polvo y se lo llevaba el gélido viento en el que también viajaban las duras palabras que me acababa de dedicar la pelirroja. ¿Por qué tanto dolor? Caí de rodillas al suelo, apoyándome con las manos en el suelo del puente y mirando hacia el mismo.
— Pero… ¿por qué? Si yo solo soy una victima en el complot entre Datsue y Stuffy, que seguro que lo planearon con tal de involucrarme a mi, que no tenía nada que ver en su guerra. ¿Por qué me dices…?
Entonces vi como Eri se acuclillaba para dar amor al perro traidor ese y exploté en mi mismo.
— ¿¡Y por qué no te enfadas con él!? ¡Si todo es culpa suya! Yo no entiendo nada, que injusticia. ¡Pues me enfado yo también! ¡Que me llene de mierda ajena en una guerra ajena! ¡Y encima me cayó a mí la bronca! ¡Es que yo alucino! Que injusto todo.
Me senté de espaldas a Eri y Stuffy con los brazos cruzados, dispuesto a helarme ahí hasta que el mundo volviese a ser justo mágicamente o me entrase hambre, lo que fuera que pasase antes.
Dios me dio un par de segundos de ventaja para poder oir como mi corazón se partía en dos en una sonora onomatopeya que solo escuché yo.
, y sí, vengo por una misión, pero dudaría mucho de querer hacerla contigo después de lo que pasó. ¡Parecíais críos, por Shiona-sama!
Ahí ya pude sentir como lo que quedaba de él, dividido y maltrecho, se convertía en polvo y se lo llevaba el gélido viento en el que también viajaban las duras palabras que me acababa de dedicar la pelirroja. ¿Por qué tanto dolor? Caí de rodillas al suelo, apoyándome con las manos en el suelo del puente y mirando hacia el mismo.
— Pero… ¿por qué? Si yo solo soy una victima en el complot entre Datsue y Stuffy, que seguro que lo planearon con tal de involucrarme a mi, que no tenía nada que ver en su guerra. ¿Por qué me dices…?
Entonces vi como Eri se acuclillaba para dar amor al perro traidor ese y exploté en mi mismo.
— ¿¡Y por qué no te enfadas con él!? ¡Si todo es culpa suya! Yo no entiendo nada, que injusticia. ¡Pues me enfado yo también! ¡Que me llene de mierda ajena en una guerra ajena! ¡Y encima me cayó a mí la bronca! ¡Es que yo alucino! Que injusto todo.
Me senté de espaldas a Eri y Stuffy con los brazos cruzados, dispuesto a helarme ahí hasta que el mundo volviese a ser justo mágicamente o me entrase hambre, lo que fuera que pasase antes.
—Nabi—