28/01/2018, 02:51
Las quejas de Daruu cayeron en saco roto. El muchacho resopló y, abatido, dejó caer los brazos. «Claro», pensó, «él ha invocado a su búho y luego el animal ha hecho todo el trabajo duro. Yo he tenido que estar todo el rato concentrado para que mis pájaros volasen». Indignado, se limitó a seguir a sus compañeros.
El trió fue cerca del puerto, donde tuvieron que seguir escuchando a Daruu refunfuñar no se qué cosa de que iban a acabar comiendo pescado "del malo". El lugar en cuestión sí que acabó teniendo pinta de vender pescado "del malo", precisamente. A casi pie del mar, el edificio tenía dos plantas. Las paredes, de color ocre, encerraban una puerta con decoraciones llenas de todas las cosas que Daruu jamás se atrevería a probar.
«Posada Bajo el Mar. Bajo el mar están mis expectativas». Daruu cruzó el umbral de entrada de brazos cruzados.
Cualquier persona habría reconocido la buena decoración del sitio, inspirada en el lecho marino, pero Daruu no era cualquier persona y estaba más preocupado en otro asunto: la búsqueda desesperada de la carta más cercana. Si aún no se había sentado, todavía podía salir corriendo.
Desafortunadamente, un hombre alto y moreno, con el pelo de un extravagante color rojo y con un acento todavía más extravagante, les echó el anzuelo. Nunca mejor dicho. Les sentó en la mesa. Les tendió tres cartas.
Y me váis a permitir utilizar el verso. ¿Sabéis que rima con extravagante?
BOGAVANTE.
Y ESO ES DE LO QUE ESTABA LLENA LA CARTA. DE PESCADO ASQUEROSO, GAMBAS Y BOGAVANTES.
—Yo no voy a comer nada —soltó Daruu, en cuanto Kaniseba se marchó después de repartir las cartas—. Aquí no está el típico pescado en piezas rebozados de Coladragón. Lo que más se le parece es esto de pezqueñines. Los pezqueñines no se pueden despiezar en trozos que no parecen pescado. Yo no quiero pescaito frito, no quiero nada que tenga forma de pez. Podéis comer vosotros, yo cogeré algo de la mochila. Hum. —Se cruzó de brazos y apartó la mirada hacia el horizonte, donde las olas danzaban bajo la tormenta—. Patatas de la huerta. Puf. A ver en qué huerta del País de la Tormenta van a cultivar patatas. Menudos pijos. El pescado rebozado de Coladragón se come bien en los puestecitos callejeros.
El trió fue cerca del puerto, donde tuvieron que seguir escuchando a Daruu refunfuñar no se qué cosa de que iban a acabar comiendo pescado "del malo". El lugar en cuestión sí que acabó teniendo pinta de vender pescado "del malo", precisamente. A casi pie del mar, el edificio tenía dos plantas. Las paredes, de color ocre, encerraban una puerta con decoraciones llenas de todas las cosas que Daruu jamás se atrevería a probar.
«Posada Bajo el Mar. Bajo el mar están mis expectativas». Daruu cruzó el umbral de entrada de brazos cruzados.
Cualquier persona habría reconocido la buena decoración del sitio, inspirada en el lecho marino, pero Daruu no era cualquier persona y estaba más preocupado en otro asunto: la búsqueda desesperada de la carta más cercana. Si aún no se había sentado, todavía podía salir corriendo.
Desafortunadamente, un hombre alto y moreno, con el pelo de un extravagante color rojo y con un acento todavía más extravagante, les echó el anzuelo. Nunca mejor dicho. Les sentó en la mesa. Les tendió tres cartas.
Y me váis a permitir utilizar el verso. ¿Sabéis que rima con extravagante?
BOGAVANTE.
Y ESO ES DE LO QUE ESTABA LLENA LA CARTA. DE PESCADO ASQUEROSO, GAMBAS Y BOGAVANTES.
—Yo no voy a comer nada —soltó Daruu, en cuanto Kaniseba se marchó después de repartir las cartas—. Aquí no está el típico pescado en piezas rebozados de Coladragón. Lo que más se le parece es esto de pezqueñines. Los pezqueñines no se pueden despiezar en trozos que no parecen pescado. Yo no quiero pescaito frito, no quiero nada que tenga forma de pez. Podéis comer vosotros, yo cogeré algo de la mochila. Hum. —Se cruzó de brazos y apartó la mirada hacia el horizonte, donde las olas danzaban bajo la tormenta—. Patatas de la huerta. Puf. A ver en qué huerta del País de la Tormenta van a cultivar patatas. Menudos pijos. El pescado rebozado de Coladragón se come bien en los puestecitos callejeros.