31/01/2018, 20:04
El hombre aguardó una respuesta, y Karamaru fue el primero en darla. Éste simplemente preguntó si había mucha distancia desde la mencionada iglesia hasta el colegio de las chicas. Mencionó que si había tan poca gente por las calles, podrían abarcar mas terreno. Razón no le faltaba, pero si un poco de orientación. Aunque, tampoco era algo que pudiesen reprocharle, jamás había estado en esas tierras.
—La iglesia es esa que ves allá a lo lejos —señaló en ese mismo instante el edificio mas alto del poblado de la izquierda, el que estaba en la falda de la montaña —mientras que el colegio está en el centro de aquí, cerca del mercado.
En última instancia, el hombre señaló el pueblo de la derecha, el que estaba mas elevado. Éste último era el pueblo donde el hombre vivía, lo cuál daba sentido al porqué podía acompañarlos por un rato mas. Tras ello, apenas sin dar respuesta, los chicos reflexionaron y coincidieron en una misma idea; ir hasta el colegio, y dirigirse a la iglesia apenas hubiese amanecido, tras haber descansado.
—Si estáis entonces de acuerdo en ir al colegio, puedo acompañaros. No está lejos de mi casa, tal y como os decía.
Sin demora, el hombre comenzó a tomar rumbo a la escuela de primaria. Se encaminaron por la leve carretera de arena, hasta llegar al poblado. Aún había algún que otro niño por las calles, celebrando su juventud. Así mismo, alguna que otra madre reprochaba a los jóvenes el tener tanto vigor, pues a ellas le quitaban años de vida. No perdieron demasiado tiempo por el camino, aunque los chicos podrían apreciar que las calles estaban bien limpias, las casas parecían realmente confortables, y el ambiente era dulce y relajado.
Llegaron hasta un edificio un tanto singular en comparación al resto. Éste tenía un gran patio vallado, donde los chicos saldrían a la hora del recreo. Se veía algo mas grande que el resto de casas, aunque no rompía con la altura del resto de edificaciones —sin contar la iglesia— por lo que apenas resaltaba a simple vista.
—Aquí es, éste es el colegio.
A pocos pasos de ellos, se encontraba la puerta principal, cerrada a cal y canto.
—La iglesia es esa que ves allá a lo lejos —señaló en ese mismo instante el edificio mas alto del poblado de la izquierda, el que estaba en la falda de la montaña —mientras que el colegio está en el centro de aquí, cerca del mercado.
En última instancia, el hombre señaló el pueblo de la derecha, el que estaba mas elevado. Éste último era el pueblo donde el hombre vivía, lo cuál daba sentido al porqué podía acompañarlos por un rato mas. Tras ello, apenas sin dar respuesta, los chicos reflexionaron y coincidieron en una misma idea; ir hasta el colegio, y dirigirse a la iglesia apenas hubiese amanecido, tras haber descansado.
—Si estáis entonces de acuerdo en ir al colegio, puedo acompañaros. No está lejos de mi casa, tal y como os decía.
Sin demora, el hombre comenzó a tomar rumbo a la escuela de primaria. Se encaminaron por la leve carretera de arena, hasta llegar al poblado. Aún había algún que otro niño por las calles, celebrando su juventud. Así mismo, alguna que otra madre reprochaba a los jóvenes el tener tanto vigor, pues a ellas le quitaban años de vida. No perdieron demasiado tiempo por el camino, aunque los chicos podrían apreciar que las calles estaban bien limpias, las casas parecían realmente confortables, y el ambiente era dulce y relajado.
Llegaron hasta un edificio un tanto singular en comparación al resto. Éste tenía un gran patio vallado, donde los chicos saldrían a la hora del recreo. Se veía algo mas grande que el resto de casas, aunque no rompía con la altura del resto de edificaciones —sin contar la iglesia— por lo que apenas resaltaba a simple vista.
—Aquí es, éste es el colegio.
A pocos pasos de ellos, se encontraba la puerta principal, cerrada a cal y canto.