31/01/2018, 20:36
Cuando llegó junto a Aiko con la idea de tumbarse en algún lado a contemplar las estrellas y dejar que el tiempo pasase, la kunoichi le sorprendió con nuevas preocupaciones. Aparte de la serpiente devorándose a sí misma —que Banadoru aseguraba era un símbolo de lo más usado—, también estaba Jonaro y sus hombres, quienes se adentraban en el túnel en masa.
Datsue desvió la mirada hacia donde le indicaba, y tuvo que reconocer que era extraño. ¿Cuántas personas hacían falta para simplemente apuntalar un improvisado puente? De hecho, con un enorme tablón y un par de puntales para asegurarlo bastaría para salvar el enorme boquete con el que se habían encontrado. Por no hablar que, dado lo estrecho del pasillo —de hecho, solo entraban dos personas a lo ancho—, cuánta más gente hubiese, más difícil sería trabajar. Era un estorbo, nada eficiente y hasta un despropósito.
Se llevó una mano a la boca, fingiendo rascarse el bigotillo.
—Pues no te falta razón —murmuró—. Más nos vale estar atentos y no fiarnos…
—Hostia puta —farfulló, con la boca desencajada y los ojos a punto de salírsele de las órbitas. Había cruzado el largo pasillo, los tablones que formaban el improvisado puente de madera y había llegado a una enorme sala, amplísima y repleta de… —. ¡HOSTIA PUTA! —Datsue se había llevado las manos a la cabeza, incrédulo, y olvidado totalmente de mantener la guardia alta tal y como había pedido minutos atrás a la kunoichi. Pero es que lo que tenía ante él…
…era el paraíso. Montañas de joyas, de jarrones y de platos de plata y oro. Había tanta abundancia, que el Uchiha podría bañarse en ellos y ahogarse. Una risa tonta y aguda le invadió por unos momentos. Estaba deslumbrado. Más que cuando se había adentrado por primera vez en Tane-Shigai. Más que cuando había pisado por primera vez el Jardín de los Cerezos. Más que cuando en Año Nuevo, en Uzu, el cielo nocturno se inundaba de farolillos de colores con velas encendidas en representación de un deseo. Más, incluso, que cuando en el Valle de los Dojos Aiko le aguardaba, desnuda, en la cama.
Aquello simplemente era otro nivel.
La zurda de Datsue buscó la mano de Aiko como un niño pequeño buscaría la de su madre, dando un par de tirones para llamar su atención.
—Aiko… Tú ves lo mismo que yo, ¿verdad? —se restregó los ojos, humedecidos por la emoción, y activó el Sharingan por si aquello era un cruel Genjutsu—. Por los Dioses… Esto es un sueño. —Un sueño hecho realidad. Tan solo faltaba la guinda para ser perfecto, y es que allí tan solo estuviesen él y ella, y no todo un tropel de hombres que quería su trocito del pastel.
Datsue desvió la mirada hacia donde le indicaba, y tuvo que reconocer que era extraño. ¿Cuántas personas hacían falta para simplemente apuntalar un improvisado puente? De hecho, con un enorme tablón y un par de puntales para asegurarlo bastaría para salvar el enorme boquete con el que se habían encontrado. Por no hablar que, dado lo estrecho del pasillo —de hecho, solo entraban dos personas a lo ancho—, cuánta más gente hubiese, más difícil sería trabajar. Era un estorbo, nada eficiente y hasta un despropósito.
Se llevó una mano a la boca, fingiendo rascarse el bigotillo.
—Pues no te falta razón —murmuró—. Más nos vale estar atentos y no fiarnos…
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—Hostia puta —farfulló, con la boca desencajada y los ojos a punto de salírsele de las órbitas. Había cruzado el largo pasillo, los tablones que formaban el improvisado puente de madera y había llegado a una enorme sala, amplísima y repleta de… —. ¡HOSTIA PUTA! —Datsue se había llevado las manos a la cabeza, incrédulo, y olvidado totalmente de mantener la guardia alta tal y como había pedido minutos atrás a la kunoichi. Pero es que lo que tenía ante él…
…era el paraíso. Montañas de joyas, de jarrones y de platos de plata y oro. Había tanta abundancia, que el Uchiha podría bañarse en ellos y ahogarse. Una risa tonta y aguda le invadió por unos momentos. Estaba deslumbrado. Más que cuando se había adentrado por primera vez en Tane-Shigai. Más que cuando había pisado por primera vez el Jardín de los Cerezos. Más que cuando en Año Nuevo, en Uzu, el cielo nocturno se inundaba de farolillos de colores con velas encendidas en representación de un deseo. Más, incluso, que cuando en el Valle de los Dojos Aiko le aguardaba, desnuda, en la cama.
Aquello simplemente era otro nivel.
La zurda de Datsue buscó la mano de Aiko como un niño pequeño buscaría la de su madre, dando un par de tirones para llamar su atención.
—Aiko… Tú ves lo mismo que yo, ¿verdad? —se restregó los ojos, humedecidos por la emoción, y activó el Sharingan por si aquello era un cruel Genjutsu—. Por los Dioses… Esto es un sueño. —Un sueño hecho realidad. Tan solo faltaba la guinda para ser perfecto, y es que allí tan solo estuviesen él y ella, y no todo un tropel de hombres que quería su trocito del pastel.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado