1/02/2018, 14:21
(Última modificación: 1/02/2018, 14:21 por Amedama Daruu.)
Ayame se echó a reír. Y aunque para cualquier otro ser humano podría haber sido simplemente imperceptible, Daruu vio aquella sonrisa de Kōri como si fuese una carcajada tan grande como la que estaba haciendo partirse por la mitad a su hermana. En cierto modo, lo era, porque el Hielo necesitaba mucho más que un simple chiste para siquiera sonreír. Eso sólo enfureció más al muchacho de ojos blancos, que hinchó los carrillos y se puso a comer con voracidad, casi con furia, como si aquellos palitos de pescado tuvieran la culpa de todo.
Embotellado como estaba, ahogándose en su propio enojo, Daruu se levantó de la silla, cuando ya habían terminado y habían pagado la cuenta. Empezó a oírse una divertida canción. De esas que cuando suenan cuando ya estás cabreado te cabrean más y sólo quieres empezar a quemar restaurantes de pescado.
—¡Ay, yo quiero quedarme a...!
—Tenemos que trabajar, Ayame.
——¡Jo, eres un aburrido! ¿A que tú también querías quedarte, Daruu-k...?
Cuando Ayame se dio la vuelta hacia Daruu, sólo encontraría el aire. Y cuando recibió el capón de Kōri, reprendiéndola, y se viera obligada entonces a caminar hacia la puerta, vería las espaldas de Daruu, que ya estaban fuera.
A diez metros del local.
—Bien. ¿Por dónde empezamos? —preguntó el genin, convirtiéndose por unos segundos en el Hielo.
Embotellado como estaba, ahogándose en su propio enojo, Daruu se levantó de la silla, cuando ya habían terminado y habían pagado la cuenta. Empezó a oírse una divertida canción. De esas que cuando suenan cuando ya estás cabreado te cabrean más y sólo quieres empezar a quemar restaurantes de pescado.
—¡Ay, yo quiero quedarme a...!
—Tenemos que trabajar, Ayame.
——¡Jo, eres un aburrido! ¿A que tú también querías quedarte, Daruu-k...?
Cuando Ayame se dio la vuelta hacia Daruu, sólo encontraría el aire. Y cuando recibió el capón de Kōri, reprendiéndola, y se viera obligada entonces a caminar hacia la puerta, vería las espaldas de Daruu, que ya estaban fuera.
A diez metros del local.
—Bien. ¿Por dónde empezamos? —preguntó el genin, convirtiéndose por unos segundos en el Hielo.