2/02/2018, 02:51
¿Cuánto tiempo llevaban haciendo aquel examen? No lo sabía, pero Datsue sentía que llevaban toda una eternidad. Por eso, cuando de pronto la voz de Raito interrumpió aquel silencio artificial, el Uchiha no pudo evitar sobresaltarse.
El examen teórico había terminado.
Raito empezó a explicarles —sin hacer acto de presencia— el formato del examen y el valor de sus preguntas. Al parecer, la sexta pregunta que le había tocado a él era simplemente de relleno, y aún así, había tenido unos cuantos fallos. Datsue tiró del cuello de la camisa para dejar pasar el aire, mientras un sudor frío le recorría el cuerpo. ¿La pregunta más fácil y había fallado? Estaba claro: iba a suspender. La había cagado más que aquella vez en el Bosque de la Hoja con el falso Yakisoba.
Con la primera pregunta, sus esperanzas no mejoraron. Raito les explicó que él pretendía una respuesta más genérica —tal y como le había aconsejado su Hermano— y no entrar tanto en los detalles. No obstante, los hombros caídos y la mirada en el suelo del Uchiha se levantaron al oír la nota: uno coma ocho. La habían clavado. Casi.
En la siguiente, Datsue no pudo evitar desviar la mirada hacia Akame, cuando Raito explicó la sorprendente frialdad con la que éste había respondido. Aquella era la pregunta en la que descubrían que su Hermano era un traidor. ¿Qué coño había puesto él? ¿Acaso…?
—Un punto —zanjó Raito, pasando a evaluar a Datsue, quien por un momento se olvidó de su Hermano. El Jōnin le felicitó por su respuesta, y, rompiendo totalmente con lo que se había esperado, le otorgó la máxima puntuación. La máxima.
—¡VAMOS! —exclamó pletórico, con un tremendo subidón de adrenalina mientras alzaba un puño al aire. Por instante, lanzó una mirada desafiante a Akame. Quizá no fuese durante el examen, pero como que se llamaba Uchiha Datsue el Intrépido que iba a averiguar lo que había respondido a aquella pregunta.
Entonces llegó la tercera corrección, y les otorgó a ambos punto y medio. Luego la cuarta, y Datsue empezó a sentir las leyes de la física en sus carnes: todo lo que sube, baja. Y él no estaba bajando, se estaba desplomando. «Hostia puta… ¿Cuántos…? ¿Cuántos puntos llevo?». Empezó a mover los dedos de una mano, mientras rápidamente echaba cuentas. «La nota de corte será de cinco, ¿no? Joder, ¡dime que es de cinco!».
Cuando Raito corrigió la quinta pregunta, a Datsue se le cayó el alma a los pies. No había dado ni una. Con suerte le habían dado tres décimas, las típicas que se daban por buen comportamiento el primer año en la Academia. Quiso que se le tragase la tierra, terriblemente avergonzado. Lo único bueno: que no había nadie salvo el propio Raito y su Hermano para ver el ridículo que había hecho.
Luego, llegó una pequeña tregua. La sexta pregunta, la importante, había sido para Akame. Datsue empezó a sospechar que estaba relacionado con la segunda, y que se la habían hecho precisamente por la respuesta que había dado su Hermano en ella. Viendo la explicación que le estaba dando Raito, todo parecía indicar que estaba en lo cierto. Finalmente, llegó la guindilla final: la había cagado con los tipos de transformaciones del chakra. Se llevó una mano a la frente, ocultándose los ojos. «La madre que me parió… ¡La madre que me parió!»
Silencio. Un silencio oprimente, tan solo interrumpido por los latidos de su corazón y la suela de una sandalia al rebotar una y otra vez contra el suelo, en un tic nervioso. Las cuentas estaban claras: era un seis coma uno. Aun así, no las tenía todas consigo. ¿Y si la nota de corte era mayor? ¿Y si no bastaba aprobar por los pelos? ¿Y si…?
—Felicidades. Habéis aprobado el examen teórico para el ascenso al rango de chūnin.
Datsue se derritió como una mantequilla a fuego vivo, desparramándose por el asiento y suspirando de alivio. Ni gritos de euforia, ni gestos de triunfo. Simplemente, se sintió aliviado. Había ganado una importante batalla, pero la guerra todavía no estaba terminada.
De hecho, Raito no les dio tregua. Nada más anunciar que ambos habían aprobado, el escenario volvió a cambiar. Ahora, se encontraban sobre una loma de hierba verde, rodeados de un bosque y desde donde se distinguía un pueblo a no demasiada distancia. Una rápida visual le permitió distinguir un pergamino colgado de un árbol que tenían al lado.
Lo cogió, y tras leerlo concienzudamente, se lo pasó a Akame.
—Es la primera pregunta —le resumió. Ni siquiera tenían que trazar un plan. Ya lo habían hecho al responder la pregunta teórica.
El examen teórico había terminado.
Raito empezó a explicarles —sin hacer acto de presencia— el formato del examen y el valor de sus preguntas. Al parecer, la sexta pregunta que le había tocado a él era simplemente de relleno, y aún así, había tenido unos cuantos fallos. Datsue tiró del cuello de la camisa para dejar pasar el aire, mientras un sudor frío le recorría el cuerpo. ¿La pregunta más fácil y había fallado? Estaba claro: iba a suspender. La había cagado más que aquella vez en el Bosque de la Hoja con el falso Yakisoba.
Con la primera pregunta, sus esperanzas no mejoraron. Raito les explicó que él pretendía una respuesta más genérica —tal y como le había aconsejado su Hermano— y no entrar tanto en los detalles. No obstante, los hombros caídos y la mirada en el suelo del Uchiha se levantaron al oír la nota: uno coma ocho. La habían clavado. Casi.
En la siguiente, Datsue no pudo evitar desviar la mirada hacia Akame, cuando Raito explicó la sorprendente frialdad con la que éste había respondido. Aquella era la pregunta en la que descubrían que su Hermano era un traidor. ¿Qué coño había puesto él? ¿Acaso…?
—Un punto —zanjó Raito, pasando a evaluar a Datsue, quien por un momento se olvidó de su Hermano. El Jōnin le felicitó por su respuesta, y, rompiendo totalmente con lo que se había esperado, le otorgó la máxima puntuación. La máxima.
—¡VAMOS! —exclamó pletórico, con un tremendo subidón de adrenalina mientras alzaba un puño al aire. Por instante, lanzó una mirada desafiante a Akame. Quizá no fuese durante el examen, pero como que se llamaba Uchiha Datsue el Intrépido que iba a averiguar lo que había respondido a aquella pregunta.
Entonces llegó la tercera corrección, y les otorgó a ambos punto y medio. Luego la cuarta, y Datsue empezó a sentir las leyes de la física en sus carnes: todo lo que sube, baja. Y él no estaba bajando, se estaba desplomando. «Hostia puta… ¿Cuántos…? ¿Cuántos puntos llevo?». Empezó a mover los dedos de una mano, mientras rápidamente echaba cuentas. «La nota de corte será de cinco, ¿no? Joder, ¡dime que es de cinco!».
Cuando Raito corrigió la quinta pregunta, a Datsue se le cayó el alma a los pies. No había dado ni una. Con suerte le habían dado tres décimas, las típicas que se daban por buen comportamiento el primer año en la Academia. Quiso que se le tragase la tierra, terriblemente avergonzado. Lo único bueno: que no había nadie salvo el propio Raito y su Hermano para ver el ridículo que había hecho.
Luego, llegó una pequeña tregua. La sexta pregunta, la importante, había sido para Akame. Datsue empezó a sospechar que estaba relacionado con la segunda, y que se la habían hecho precisamente por la respuesta que había dado su Hermano en ella. Viendo la explicación que le estaba dando Raito, todo parecía indicar que estaba en lo cierto. Finalmente, llegó la guindilla final: la había cagado con los tipos de transformaciones del chakra. Se llevó una mano a la frente, ocultándose los ojos. «La madre que me parió… ¡La madre que me parió!»
Silencio. Un silencio oprimente, tan solo interrumpido por los latidos de su corazón y la suela de una sandalia al rebotar una y otra vez contra el suelo, en un tic nervioso. Las cuentas estaban claras: era un seis coma uno. Aun así, no las tenía todas consigo. ¿Y si la nota de corte era mayor? ¿Y si no bastaba aprobar por los pelos? ¿Y si…?
—Felicidades. Habéis aprobado el examen teórico para el ascenso al rango de chūnin.
Datsue se derritió como una mantequilla a fuego vivo, desparramándose por el asiento y suspirando de alivio. Ni gritos de euforia, ni gestos de triunfo. Simplemente, se sintió aliviado. Había ganado una importante batalla, pero la guerra todavía no estaba terminada.
De hecho, Raito no les dio tregua. Nada más anunciar que ambos habían aprobado, el escenario volvió a cambiar. Ahora, se encontraban sobre una loma de hierba verde, rodeados de un bosque y desde donde se distinguía un pueblo a no demasiada distancia. Una rápida visual le permitió distinguir un pergamino colgado de un árbol que tenían al lado.
Lo cogió, y tras leerlo concienzudamente, se lo pasó a Akame.
—Es la primera pregunta —le resumió. Ni siquiera tenían que trazar un plan. Ya lo habían hecho al responder la pregunta teórica.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado