5/02/2018, 18:43
El Uchiha original comprobó, para su desgracia, cómo los cristales de la ventana estaban tapados con una cortina desde el interior. «Mierda, coño». Tendría que encontrar alguna manera de llamar la atención de su clon sin atraer también la de los uniformados. Que, por cierto, no tuvo reparos en escanear con su Sharingan para averiguar unos datos cruciales sobre ellos; si su chakra era potente y cuánto tenían. Muchas veces aquel era un método poco fiable para evaluar la capacidad de combate de un ninja, pero al uzujin le despejaría al menos una duda; si aquellos dos tipos eran shinobi o no.
Mientras tanto y desde el tejado, el verdadero Akame sacó un shuriken de su portaobjetos y lo arrojó con —intecionadamente— poca fuerza e impulso. El objetivo era que la estrella metálica golpeara el cristal de la ventana con tan poca fuerza que no llegase a romperlo, pero sí alertar a su Kage Bunshin en el interior. Así lo hizo.
Dentro de la casa, el Clon de Sombras se guardó el llavero en uno de sus bolsillos y tomó la carpeta con documentos. Poco más interesante parecía haber, y aun así, dos ruidos le pusieron en alerta. El primero, fuerte, provenía del final del pasillo. Alguien estaba intentando forzar la cerradura de la entrada. El segundo, más débil, del otro lado de la ventana. El Kage Bunshin flexionó las rodillas y se agachó ligeramente para hacerse a un lado. Apoyó la espalda en la pared junto a la ventana y, con un gesto cuidadoso, apartó la cortina lo suficiente como para ver el exterior.
El verdadero Akame vió el rostro de su copia al otro lado de la ventana y le hizo un gesto con la mano derecha. Afortunadamente su Kage Bunshin le vio, y Akame entonces le indicó que saliera cagando leches con un aspaviento de ambos brazos.
La copia asintió y abrió la ventana con cuidado, lo suficiente como para poder escalar por ella hasta afuera. Se apoyó en el marco y trató de caer suavemente sobre el césped, agachándose en el proceso para recoger el shuriken que el verdadero Akame había tirado. Una vez allí cruzó la distancia que le separaba de la casa contigua con un par de saltos y escaló hasta el tejado con ayuda de su habilidad de caminar verticalmente para reunirse con su creador.
Lo que hicieran entonces dependería, en gran medida, de la información que el verdadero Akame había recopilado con su Sharingan. ¿Eran aquellos dos tipos civiles —aunque con entrenamiento militar— o ninjas instruídos?
Mientras tanto y desde el tejado, el verdadero Akame sacó un shuriken de su portaobjetos y lo arrojó con —intecionadamente— poca fuerza e impulso. El objetivo era que la estrella metálica golpeara el cristal de la ventana con tan poca fuerza que no llegase a romperlo, pero sí alertar a su Kage Bunshin en el interior. Así lo hizo.
Dentro de la casa, el Clon de Sombras se guardó el llavero en uno de sus bolsillos y tomó la carpeta con documentos. Poco más interesante parecía haber, y aun así, dos ruidos le pusieron en alerta. El primero, fuerte, provenía del final del pasillo. Alguien estaba intentando forzar la cerradura de la entrada. El segundo, más débil, del otro lado de la ventana. El Kage Bunshin flexionó las rodillas y se agachó ligeramente para hacerse a un lado. Apoyó la espalda en la pared junto a la ventana y, con un gesto cuidadoso, apartó la cortina lo suficiente como para ver el exterior.
El verdadero Akame vió el rostro de su copia al otro lado de la ventana y le hizo un gesto con la mano derecha. Afortunadamente su Kage Bunshin le vio, y Akame entonces le indicó que saliera cagando leches con un aspaviento de ambos brazos.
La copia asintió y abrió la ventana con cuidado, lo suficiente como para poder escalar por ella hasta afuera. Se apoyó en el marco y trató de caer suavemente sobre el césped, agachándose en el proceso para recoger el shuriken que el verdadero Akame había tirado. Una vez allí cruzó la distancia que le separaba de la casa contigua con un par de saltos y escaló hasta el tejado con ayuda de su habilidad de caminar verticalmente para reunirse con su creador.
Lo que hicieran entonces dependería, en gran medida, de la información que el verdadero Akame había recopilado con su Sharingan. ¿Eran aquellos dos tipos civiles —aunque con entrenamiento militar— o ninjas instruídos?