6/02/2018, 12:42
Pese a que ambos ya sabían lo que venía a continuación, Kōri volvió a repetir sus instrucciones. Daruu y Ayame se agolparon a las espaldas de el Hielo, a pesar del frío que naturalmente emanaba de él. El pasillo se elongaba hasta las escaleras, y a pesar de que las puertas a izquierda y derecha llevaban a lugares más cálidos como la cocina o el comedor, su destino eran las primeras. El trío subió cada peldaño expectante de cualquier tipo de trampa oculta, y para ello Daruu activó su Byakugan. Cualquier otra fuente de chakra quedaría expuesta. Afortunadamente, lo único que se encontraron fue el crepitar de la madera roída por las termitas cada vez que ponían el pie en un escalón.
El pasillo de arriba tenía otras puertas. No tenían ni idea de a dónde llevaban, pero supongo que en ese momento sólo podían pensar en la puerta que Daruu señalaba, al fondo del todo. Estaba entreabierta, e incluso sin el Byakugan podía verse un ligero brillo que salía por el estrecho espacio que había entre marco y picaporte.
Avanzaron hasta que estuvieron a tres metros, sin ninguna consecuencia aparente.
—Es... es ahí —certificó Daruu, quien había desactivado su dōjutsu a riesgo de enfrentarse antes de tiempo a los demonios de la habitación.
El pasillo de arriba tenía otras puertas. No tenían ni idea de a dónde llevaban, pero supongo que en ese momento sólo podían pensar en la puerta que Daruu señalaba, al fondo del todo. Estaba entreabierta, e incluso sin el Byakugan podía verse un ligero brillo que salía por el estrecho espacio que había entre marco y picaporte.
Avanzaron hasta que estuvieron a tres metros, sin ninguna consecuencia aparente.
—Es... es ahí —certificó Daruu, quien había desactivado su dōjutsu a riesgo de enfrentarse antes de tiempo a los demonios de la habitación.