7/02/2018, 23:34
—¿Un samurái? ¡¿Un samurái?! —le increpó, tirándose de los pelos—. ¡Esos son los peores, joder! ¿¡Pero es que nos hemos vuelto locos, o qué!?
¿Desde cuando se confiaba en un samurái? Todo el mundo sabía —o al menos Datsue lo hacía—, que ellos eran las personas de las que menos te podías fiar del mundo. Porque basaban lo que hacían en el honor. No en el dinero, como los bandidos. No en las órdenes, como los ninjas. Sino en algo tan superfluo y efímero como la palabra. Ahí radicaba el problema. Se puede esperar una traición de un mercenario si le hacen una mejor oferta, pero de la gente honorable, uno nunca sabe cuando va a dejar de serlo. ¿Quizá cuando dejase de convenirle? ¿Quizá cuando dejase de ser la opción fácil para convertirse en la jodida? Era un límite demasiado ambiguo, y por eso los samuráis son de poco fiar: porque son impredecibles.
Pero ahora ya era demasiado tarde, y de nada servía lamentarse. Debían salir de allí, como fuese, o sus días estarían contados. ¿Qué sería primero: la falta de oxígeno o el hambre? Se le revolvía el estómago solo de pensarlo.
Ninguno de los dos profesores, sin embargo, parecía muy optimista al respecto de una segunda salida. Aiko, por otra parte, seguía a lo suyo, y se había interesado en el sarcófago. «Me cago en la puta… ¡Deberíamos buscar una manera de salir de aquí, no un cadáver!»
Se contuvo para no ponerse a gritar, fuera de sí. Sabía muy bien que tan solo empeoraría las cosas. En su lugar, se acercó al sarcófago a pasos rápidos y trató de ayudar a Aiko. Cuánto antes saciase la curiosidad de ella, antes podrían ponerse con lo importante.
—Joder… —Una gota de sudor resbaló por su frente del esfuerzo—. Sí que pesa…
¿Desde cuando se confiaba en un samurái? Todo el mundo sabía —o al menos Datsue lo hacía—, que ellos eran las personas de las que menos te podías fiar del mundo. Porque basaban lo que hacían en el honor. No en el dinero, como los bandidos. No en las órdenes, como los ninjas. Sino en algo tan superfluo y efímero como la palabra. Ahí radicaba el problema. Se puede esperar una traición de un mercenario si le hacen una mejor oferta, pero de la gente honorable, uno nunca sabe cuando va a dejar de serlo. ¿Quizá cuando dejase de convenirle? ¿Quizá cuando dejase de ser la opción fácil para convertirse en la jodida? Era un límite demasiado ambiguo, y por eso los samuráis son de poco fiar: porque son impredecibles.
Pero ahora ya era demasiado tarde, y de nada servía lamentarse. Debían salir de allí, como fuese, o sus días estarían contados. ¿Qué sería primero: la falta de oxígeno o el hambre? Se le revolvía el estómago solo de pensarlo.
Ninguno de los dos profesores, sin embargo, parecía muy optimista al respecto de una segunda salida. Aiko, por otra parte, seguía a lo suyo, y se había interesado en el sarcófago. «Me cago en la puta… ¡Deberíamos buscar una manera de salir de aquí, no un cadáver!»
Se contuvo para no ponerse a gritar, fuera de sí. Sabía muy bien que tan solo empeoraría las cosas. En su lugar, se acercó al sarcófago a pasos rápidos y trató de ayudar a Aiko. Cuánto antes saciase la curiosidad de ella, antes podrían ponerse con lo importante.
—Joder… —Una gota de sudor resbaló por su frente del esfuerzo—. Sí que pesa…
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado