9/02/2018, 10:19
—Espero que sí. Espera —respondió Daruu, antes de activar de nuevo su Byakugan bajo la expectante mirada de Ayame—. Sí. Más allá hay un pueblo. Es curioso, parece Shinogi-To en miniatura. Por la arquitectura sólo, claro. Se nota que los que han estado intentando robar el libro eran arashijin.
Kōri agachó ligeramente la cabeza, con sus ojos escarchados fijos en un horizonte que comenzaba a desdibujarse entre la bruma de la distancia. Sólo habían llegado a atisbar una decena de esqueletos en el despacho de Shiruuba, pero parecía que ya habían conformado un pueblo para ellos solos. ¿O tal vez sería también obra de la anciana? Fuera como fuese, debían andarse con cuidado. Aún no conocían la magnitud de aquel extraño Fūinjutsu combinado con el Genjutsu. No sabían hasta dónde podía llegar Shiruuba con todo aquello.
—No podemos bajar la guardia una vez lleguemos allí. Como ha dicho Daruu-kun, si los habitantes de esta realidad alternativa se enteran de nuestros planes, lo más probable es que intenten detenernos convenciéndonos de lo maravilloso que es este mundo... bajo la amenaza de matarnos si no lo aceptamos.
—¿Podemos morir aquí? —preguntó Ayame, con un escalofrío. De alguna manera, al saberse "incorpóreos", había llegado a suponer que la muerte estaba fuera de su alcance. ¿Pero qué pasaría si sus almas, sus conciencias, morían? ¿Si su cuerpo seguía vivo en el mundo real entraría en una especie de coma hasta que terminara desfalleciendo por la inanición?
—Estoy empezando a tener la extraña sensación de que tarde o temprano vamos a tener que matar a Shiruuba para deshacer este Genjutsu. Si el ejecutor sigue vivo... —añadió Daruu, y Ayame se estremeció ante la sola idea.
—¡Pero si hacemos eso, todos morirán! —rebatió, profundamente afligida—.¿No cabe la posibilidad de que salgamos del libro y ya está? Si lo dejamos en la Biblioteca de Amegakure nadie les molestará y podrán seguir viviendo sus nuevas vidas...
Kōri agachó ligeramente la cabeza, con sus ojos escarchados fijos en un horizonte que comenzaba a desdibujarse entre la bruma de la distancia. Sólo habían llegado a atisbar una decena de esqueletos en el despacho de Shiruuba, pero parecía que ya habían conformado un pueblo para ellos solos. ¿O tal vez sería también obra de la anciana? Fuera como fuese, debían andarse con cuidado. Aún no conocían la magnitud de aquel extraño Fūinjutsu combinado con el Genjutsu. No sabían hasta dónde podía llegar Shiruuba con todo aquello.
—No podemos bajar la guardia una vez lleguemos allí. Como ha dicho Daruu-kun, si los habitantes de esta realidad alternativa se enteran de nuestros planes, lo más probable es que intenten detenernos convenciéndonos de lo maravilloso que es este mundo... bajo la amenaza de matarnos si no lo aceptamos.
—¿Podemos morir aquí? —preguntó Ayame, con un escalofrío. De alguna manera, al saberse "incorpóreos", había llegado a suponer que la muerte estaba fuera de su alcance. ¿Pero qué pasaría si sus almas, sus conciencias, morían? ¿Si su cuerpo seguía vivo en el mundo real entraría en una especie de coma hasta que terminara desfalleciendo por la inanición?
—Estoy empezando a tener la extraña sensación de que tarde o temprano vamos a tener que matar a Shiruuba para deshacer este Genjutsu. Si el ejecutor sigue vivo... —añadió Daruu, y Ayame se estremeció ante la sola idea.
—¡Pero si hacemos eso, todos morirán! —rebatió, profundamente afligida—.¿No cabe la posibilidad de que salgamos del libro y ya está? Si lo dejamos en la Biblioteca de Amegakure nadie les molestará y podrán seguir viviendo sus nuevas vidas...