9/02/2018, 18:57
Los Hermanos del Desierto terminaron de perfilar los últimos detalles de su coartada, emprendiendo rumbo hacia Minoshi. Hacia su destino, fuese cual fuese: seguir escalando en la jerarquía militar; o quedarse anclados en el último eslabón.
Permanecer como Gennin tampoco era tan malo. Al menos, bajo el punto de vista de Datsue. Había menos responsabilidades, menos riesgos, misiones menos peligrosas. Había que obedecer órdenes casi de cualquiera, eso era cierto, y la paga no era muy buena. Pero una cosa compensaba la otra.
No obstante, y desde hacía un tiempo, a Datsue se le había metido algo en la cabeza: quería ser sensei. En la Academia, enseñando a los más jóvenes los principios del Ninjutsu, Fuuinjutsu o lo que se terciase. Enseñándoles, de paso, que la tienda con mejores armas y ofertas era la Armería para los Intrépidos, en Yamiria. Una pequeña tienda de la que se llevaba un porcentaje cada vez que alguien iba a comprar de su parte. Claro que aquello último no lo diría. Como buen sensei que quería ser, sabía muy bien que había cosas que era mejor aprender por uno mismo.
Pero no solo era por sacarse un dinero extra. Tras convertirse en el Jinchūriki de Shukaku, Datsue apenas era capaz de conciliar el sueño. Se encontraba cansado todo el día, sin energías, y las continuas misiones que realizaba no hacían otra cosa sino empeorarlo. Si lograba convertirse en un sensei, tendría un sustento fijo y estable del que vivir, y no necesitaría hacer tantas misiones de seguido. Podría descansar mejor, tener más horas para dormir, y quitarse algo de estrés.
Suspiró. Como el dicho decía, «no vendas los ojos del Uchiha antes de cazarlo». Primero, todavía tenía que superar aquella prueba.
—Me da que nos queda poco… —comentó, mientras seguían su rumbo al pueblo.
Permanecer como Gennin tampoco era tan malo. Al menos, bajo el punto de vista de Datsue. Había menos responsabilidades, menos riesgos, misiones menos peligrosas. Había que obedecer órdenes casi de cualquiera, eso era cierto, y la paga no era muy buena. Pero una cosa compensaba la otra.
No obstante, y desde hacía un tiempo, a Datsue se le había metido algo en la cabeza: quería ser sensei. En la Academia, enseñando a los más jóvenes los principios del Ninjutsu, Fuuinjutsu o lo que se terciase. Enseñándoles, de paso, que la tienda con mejores armas y ofertas era la Armería para los Intrépidos, en Yamiria. Una pequeña tienda de la que se llevaba un porcentaje cada vez que alguien iba a comprar de su parte. Claro que aquello último no lo diría. Como buen sensei que quería ser, sabía muy bien que había cosas que era mejor aprender por uno mismo.
Pero no solo era por sacarse un dinero extra. Tras convertirse en el Jinchūriki de Shukaku, Datsue apenas era capaz de conciliar el sueño. Se encontraba cansado todo el día, sin energías, y las continuas misiones que realizaba no hacían otra cosa sino empeorarlo. Si lograba convertirse en un sensei, tendría un sustento fijo y estable del que vivir, y no necesitaría hacer tantas misiones de seguido. Podría descansar mejor, tener más horas para dormir, y quitarse algo de estrés.
Suspiró. Como el dicho decía, «no vendas los ojos del Uchiha antes de cazarlo». Primero, todavía tenía que superar aquella prueba.
—Me da que nos queda poco… —comentó, mientras seguían su rumbo al pueblo.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado