10/02/2018, 18:30
(Última modificación: 10/02/2018, 18:31 por Umikiba Kaido.)
Si lo que quería Akame era saber si aquel par de mulos eran o no shinobi, tras su selectiva inspección con su sharingan pudo comprar, que en efecto, sus niveles de chakra no eran para nada extraordinarios. Pero si aquello no le certificaba nada, tras evaluar a ambos con ojo crítico podría discernir que sus maneras de proceder, para nada gráciles y bastante rudimentarias, dejaban mucho que desear.
Se trataba, probablemente, de dos simples descartes para acabar con el trabajo sucio.
Qué hacer con ello sería un problema para luego. O, para dentro de poco, ya que Akame logró comunicarse con su clon a través de un muy apropiado método de aviso. Hasta que ambos se vieron en la disposición de decidir si eliminar a aquello dos tipos, o no.
Entonces, el típico sonido de una cerradura forzada abriéndose les llamó la atención. Sólo era cuestión de tiempo para que aquellos hombres entrasen. ¿Cuál era la mejor opción? ¿sumar dos cadáveres más y remover el avispero, o dejar que ambos mulos entrasen?
—Pero vamos, ¡no nos dejen con la curiosidad a Shin y a mí! —pidió, desviando por un momento su mirada al propio Shin, buscando su complicidad. Pero aquella complicidad le trajo un repentino desasosiego, invadido por una sensación de urgencia. Como cuando quieres ir al baño, o necesitas parpadear—. ¿Qué es ese negocio que convertiría a Tanzaku en la capital más avanzada de Oonindo entero? Ha de ser algo realmente… innovador.
—¡ja, ja, ja! me agrada usted, señor Sakyu. Es un poco irreverente, y desde luego que un mejor conversador que Maki-san. Por eso secundo tu interés, y es que yo también quiero saber de qué va ese negocio, ¿eh? siempre podríamos poner un granito sobre la mesa, si vemos que es una buena oportunidad de inversión.
Y justo cuando Datsue se había ganado el apoyo del carismático y estirado Shin.
Supo que...
Era hora de renovar el sello.
—Que el señor Sakyu invierta primero en ganarse mi jodida confianza, que hasta ahora sólo le veo como un preguntón de cuarta. Que foldea en todas las manos fuertes, además.
El brillo de sus dientes de oro tiritó, al él desenvainar su grotesca sonrisa.
Se trataba, probablemente, de dos simples descartes para acabar con el trabajo sucio.
Qué hacer con ello sería un problema para luego. O, para dentro de poco, ya que Akame logró comunicarse con su clon a través de un muy apropiado método de aviso. Hasta que ambos se vieron en la disposición de decidir si eliminar a aquello dos tipos, o no.
Entonces, el típico sonido de una cerradura forzada abriéndose les llamó la atención. Sólo era cuestión de tiempo para que aquellos hombres entrasen. ¿Cuál era la mejor opción? ¿sumar dos cadáveres más y remover el avispero, o dejar que ambos mulos entrasen?
. . .
—Pero vamos, ¡no nos dejen con la curiosidad a Shin y a mí! —pidió, desviando por un momento su mirada al propio Shin, buscando su complicidad. Pero aquella complicidad le trajo un repentino desasosiego, invadido por una sensación de urgencia. Como cuando quieres ir al baño, o necesitas parpadear—. ¿Qué es ese negocio que convertiría a Tanzaku en la capital más avanzada de Oonindo entero? Ha de ser algo realmente… innovador.
—¡ja, ja, ja! me agrada usted, señor Sakyu. Es un poco irreverente, y desde luego que un mejor conversador que Maki-san. Por eso secundo tu interés, y es que yo también quiero saber de qué va ese negocio, ¿eh? siempre podríamos poner un granito sobre la mesa, si vemos que es una buena oportunidad de inversión.
Y justo cuando Datsue se había ganado el apoyo del carismático y estirado Shin.
Supo que...
Era hora de renovar el sello.
—Que el señor Sakyu invierta primero en ganarse mi jodida confianza, que hasta ahora sólo le veo como un preguntón de cuarta. Que foldea en todas las manos fuertes, además.
El brillo de sus dientes de oro tiritó, al él desenvainar su grotesca sonrisa.