11/02/2018, 14:38
Junto a ella, Daruu chasqueó la lengua.
—Creo que la decisión de dejar el libro en la Biblioteca de Amegakure no nos correspondería a nosotros —dijo, pensativo—. Y quizás Arashikage-sama decida que hay que estudiar los contenidos del libro, y quizás rompan en sello en el proceso, y mueran de igual forma. Por otra parte, ¿cómo vamos a salir de aquí si Shiruuba no nos deja por voluntad propia? ¿Acaso es capaz ella de sacarnos, sin más? Y de convencerla, tendría que ser... antes de que muramos allá afuera de sed. No. No creo que haya otra alternativa. Y esta gente, en realidad, lleva muerta mucho tiempo. No creo que haya otra alternativa —se repetía, como si estuviera intentando convencerse a sí mismo.
—Pero...
—El objetivo de nuestra misión era recuperar el libro y devolverlo a la Biblioteca de Amegakure en caso de que Shiruuba hubiese fallecido —intervino Kōri, tan cortante como una estalactita de hielo. Sin detenerse, había girado la cabeza lo suficiente como para mirar a su hermana, pero sus ojos eran tan inescrutables como un muro congelado—. Así lo estipulaba su contrato, y así debe hacerse. Sin embargo, nuestra máxima prioridad ahora mismo es encontrar el modo de salir de aquí. Después hallaremos el modo de cumplir la misión. Ayame, no te dejes llevar por los sentimientos en una situación así, o podrías condenarte a ti misma.
Ella agacho la cabeza, clavando la mirada en los tablones de madera que iban pisando. Pero su mente seguía, inevitablemente, en funcionamiento, como los engranajes de un reloj. Ya no podían hacer nada para devolver a aquellas personas a la vida, era cierto y lo comprendía, ¿pero de verdad podían terminar de condenarlos de aquella manera?
«No es justo...» Se mordió el labio inferior, maldiciendo para sus adentros a Shiruuba y al momento en el que se le ocurrió crear una técnica así.
—Creo que la decisión de dejar el libro en la Biblioteca de Amegakure no nos correspondería a nosotros —dijo, pensativo—. Y quizás Arashikage-sama decida que hay que estudiar los contenidos del libro, y quizás rompan en sello en el proceso, y mueran de igual forma. Por otra parte, ¿cómo vamos a salir de aquí si Shiruuba no nos deja por voluntad propia? ¿Acaso es capaz ella de sacarnos, sin más? Y de convencerla, tendría que ser... antes de que muramos allá afuera de sed. No. No creo que haya otra alternativa. Y esta gente, en realidad, lleva muerta mucho tiempo. No creo que haya otra alternativa —se repetía, como si estuviera intentando convencerse a sí mismo.
—Pero...
—El objetivo de nuestra misión era recuperar el libro y devolverlo a la Biblioteca de Amegakure en caso de que Shiruuba hubiese fallecido —intervino Kōri, tan cortante como una estalactita de hielo. Sin detenerse, había girado la cabeza lo suficiente como para mirar a su hermana, pero sus ojos eran tan inescrutables como un muro congelado—. Así lo estipulaba su contrato, y así debe hacerse. Sin embargo, nuestra máxima prioridad ahora mismo es encontrar el modo de salir de aquí. Después hallaremos el modo de cumplir la misión. Ayame, no te dejes llevar por los sentimientos en una situación así, o podrías condenarte a ti misma.
Ella agacho la cabeza, clavando la mirada en los tablones de madera que iban pisando. Pero su mente seguía, inevitablemente, en funcionamiento, como los engranajes de un reloj. Ya no podían hacer nada para devolver a aquellas personas a la vida, era cierto y lo comprendía, ¿pero de verdad podían terminar de condenarlos de aquella manera?
«No es justo...» Se mordió el labio inferior, maldiciendo para sus adentros a Shiruuba y al momento en el que se le ocurrió crear una técnica así.