12/02/2018, 17:57
El profesor adjunto asintió, todavía visiblemente impactado.
—Sí, sí... Bueno, claro... En teoría —admitió, apartando la mirada del hueco vacío en el sarcófago—. Pero, se suponía que esto era un hallazgo arqueológico sin precedentes, un nuevo descubrimiento para la historia... ¿Ya han estado otras personas aquí?
Banadoru parecía tan confuso y afectado que el propio hecho de que hubiese una salida alternativa no parecía haberle importado en absoluto. Ya no tendrían que esperar hasta asfixiarse o morir de sed —lo que ocurriese primero— en una tumba en ruinas de Kaze no Kuni, sino que podrían salir. Aun así, el hombre estaba ausente.
—¡Banadoru-kun, compóngase, por lo que más quiera! —le alentó el profesor Muten Roshi, propinándole un severo palmetazo en el lomo—. Uchiha-san tiene razón, lo prioritario ahora es salir de aquí.
El director de la —ahora fallida— expedición, linterna en ristre, avanzó dando tumbos por la sala para tratar de encontrar una de las esquinas y usarla como punto de referencia. Cuando lo hizo, empezó a caminar siguiendo la pared repleta de grabados e imágenes hasta que...
—¡Aquí! —gritó—. ¡Aquí hay un agujero!
Si Datsue se acercaba —Aiko se había quedado paralizada junto al sarcófago, con expresión de vegetal y un hilillo de baba cayéndole por la comisura de los labios— podría ver que, en efecto, había un enorme agujero excavado en la pared. No parecía intencional ni construído por la mano del hombre, sino más bien lucía como si la tierra hubiera sido presionada desde fuera de la pared, acabando por romperla. Había restos de arañazos y rocas alrededor, lo cual podía sugerir que esta teoría era la correcta.
Del hueco salía, indudablemente, una corriente de aire frío que además traía consigo un nauseabundo olor a... Restos de carne en descomposición.
—Sí, sí... Bueno, claro... En teoría —admitió, apartando la mirada del hueco vacío en el sarcófago—. Pero, se suponía que esto era un hallazgo arqueológico sin precedentes, un nuevo descubrimiento para la historia... ¿Ya han estado otras personas aquí?
Banadoru parecía tan confuso y afectado que el propio hecho de que hubiese una salida alternativa no parecía haberle importado en absoluto. Ya no tendrían que esperar hasta asfixiarse o morir de sed —lo que ocurriese primero— en una tumba en ruinas de Kaze no Kuni, sino que podrían salir. Aun así, el hombre estaba ausente.
—¡Banadoru-kun, compóngase, por lo que más quiera! —le alentó el profesor Muten Roshi, propinándole un severo palmetazo en el lomo—. Uchiha-san tiene razón, lo prioritario ahora es salir de aquí.
El director de la —ahora fallida— expedición, linterna en ristre, avanzó dando tumbos por la sala para tratar de encontrar una de las esquinas y usarla como punto de referencia. Cuando lo hizo, empezó a caminar siguiendo la pared repleta de grabados e imágenes hasta que...
—¡Aquí! —gritó—. ¡Aquí hay un agujero!
Si Datsue se acercaba —Aiko se había quedado paralizada junto al sarcófago, con expresión de vegetal y un hilillo de baba cayéndole por la comisura de los labios— podría ver que, en efecto, había un enorme agujero excavado en la pared. No parecía intencional ni construído por la mano del hombre, sino más bien lucía como si la tierra hubiera sido presionada desde fuera de la pared, acabando por romperla. Había restos de arañazos y rocas alrededor, lo cual podía sugerir que esta teoría era la correcta.
Del hueco salía, indudablemente, una corriente de aire frío que además traía consigo un nauseabundo olor a... Restos de carne en descomposición.