16/02/2018, 13:23
Los genin se adentraron en el oscuro túnel seguidos de ambos profesores que, enarbolando sus linternas, arrojaron algo de luz en el angosto pasaje. Tal y como las mariposas de Aiko le habían informado, el túnel seguía durante algunas decenas de metros en línea recta por las entrañas de la tierra. Al final de aquel recorrido, la reducida expedición se encontraría con que el camino empezaba a subir de forma mucho más pronunciada.
Claro, ellos no tenían problemas al ser ninjas, pero Banadoru y Rōshi...
Los académicos se acercaron a la angosta pared. El director estiró el cuello y asomó la cabeza por la parte ascendente del túnel, arrimando también su linterna.
—¿Y dices que tenemos que subir por aquí? —preguntó sin mucha confianza—. ¿Seguro que es la única manera?
Banadoru parecía a punto de terciar algo, pero entonces la luz de su lámpara alcanzó un bulto grande y oscuro que yacía a un lado del túnel. Aiko, que iba la primera de la comitiva, pudo verlo entonces con más claridad.
Era el cuerpo de Haijinzu Jonaro, todavía embutido en su armadura de cuero. Su rostro tenía una expresión difícil de descifrar que iba a medio camino entre un "oh" y un "ah", y la arena bajo su espalda estaba teñida de un color oscuro. No había signo de vida alguno en sus ojos, sino que parecían tan muertos como el resto de él. Tampoco llevaba su hermosa espada al cinto.
Claro, ellos no tenían problemas al ser ninjas, pero Banadoru y Rōshi...
Los académicos se acercaron a la angosta pared. El director estiró el cuello y asomó la cabeza por la parte ascendente del túnel, arrimando también su linterna.
—¿Y dices que tenemos que subir por aquí? —preguntó sin mucha confianza—. ¿Seguro que es la única manera?
Banadoru parecía a punto de terciar algo, pero entonces la luz de su lámpara alcanzó un bulto grande y oscuro que yacía a un lado del túnel. Aiko, que iba la primera de la comitiva, pudo verlo entonces con más claridad.
Era el cuerpo de Haijinzu Jonaro, todavía embutido en su armadura de cuero. Su rostro tenía una expresión difícil de descifrar que iba a medio camino entre un "oh" y un "ah", y la arena bajo su espalda estaba teñida de un color oscuro. No había signo de vida alguno en sus ojos, sino que parecían tan muertos como el resto de él. Tampoco llevaba su hermosa espada al cinto.