22/02/2018, 18:08
El Inuzuka no perdió el tiempo, ya que las únicas soluciones las tenía al alcance de su mano. Sin embargo, para asombro de su compañera, el chico hizo que su perro se transformase en él mismo, uno más serio, pero humano al fin y al cabo. Ella se quedó como el propietario del museo por unos instantes, pero luego sonrió. Nabi comenzaba a ganar puntos.
Así pues, los tres terminaron pasando al museo.
El lugar estaba inmerso en un silencio nada comparado al bullicio que había escuchado en la ciudad. Todo olía a antiguo, incluso un poco a cerrado diría ella, y los estantes y vidrieras se encontraban similares a los que ella vio algún día hacía algún tiempo. Poco a poco se fueron internando entre todas aquellas armas y textos que relataban sus usos y vivencias por otras personas, hasta que tras pasar un arco de piedra, llegaron a un gran salón donde, en el centro, había un pedestal vacío.
—Aquí es. Una de nuestras colecciones más valiosas, nuestra pata de bronce... robada de la noche a la mañana. Como podréis entender, no podemos abrir la exposición al público sin ella.
Anunció el dueño del museo. Eri se llevó una mano al mentón, pensativa.
—¿Cuándo dice que la robaron? —preguntó, curiosa, mientras se acercaba cuidadosamente al pedestal por si acaso encontraba algo —. ¿Sabe quién fue la última persona en ver la pata de bronce e su sitio? —tenía que comenzar a actuar.
Así pues, los tres terminaron pasando al museo.
El lugar estaba inmerso en un silencio nada comparado al bullicio que había escuchado en la ciudad. Todo olía a antiguo, incluso un poco a cerrado diría ella, y los estantes y vidrieras se encontraban similares a los que ella vio algún día hacía algún tiempo. Poco a poco se fueron internando entre todas aquellas armas y textos que relataban sus usos y vivencias por otras personas, hasta que tras pasar un arco de piedra, llegaron a un gran salón donde, en el centro, había un pedestal vacío.
—Aquí es. Una de nuestras colecciones más valiosas, nuestra pata de bronce... robada de la noche a la mañana. Como podréis entender, no podemos abrir la exposición al público sin ella.
Anunció el dueño del museo. Eri se llevó una mano al mentón, pensativa.
—¿Cuándo dice que la robaron? —preguntó, curiosa, mientras se acercaba cuidadosamente al pedestal por si acaso encontraba algo —. ¿Sabe quién fue la última persona en ver la pata de bronce e su sitio? —tenía que comenzar a actuar.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)