22/02/2018, 21:22
El profesor admitió que era idéntico a Jonaro el cadáver, y es que no cabía objeción alguna. Pero, aún no estaban seguros de si alguien había podido sustituirlo, y menos aún sabían el porqué iban a hacer semejante acción. La chica sin embargo no estaba dispuesta a perder el tiempo lanzando ridículas tesis sobre qué estaba pasando, cuando tenía todo al alcance de sus ojos. Sin demora, alzó la vista por encima del umbral del agujero, avistando lo que posiblemente era una de las peores posibilidades a contemplar.
Donde debiere estar el campamento, ahora había una batalla campal por la supervivencia. Todos corrían de un lado a otro, intentando salvarse de unos caballeros montados, que obviamente debían ser los subordinados del señor feudal. Sin duda alguna, el señor embajador había sido rápido, mucho a decir verdad.
La sangre sobre la arena había creado numerosos charcos, y algunas partes diseccionadas de los hombres de Roshi decoraban a juego el lugar. Las antorchas andaban caídas, mientras que los jinetes arrasaban con lo poco que quedaba en pie del campamento. La chica no pudo evitar hacer una mueca de decepción, ahora si que lo iban a tener difícil para adentrarse de nuevo en la tumba...
«Maldita sea...»
La chica se dejó caer de manera suave y silenciosa por la pared de arena, apoyada aún en sus manos y piernas para no desprenderse de la misma de golpe. Al tocar de nuevo el suelo, se llevó la mano al mentón, pensando cómo decir lo que estaba sucediendo allá arriba.
—El ejercito del Damyo está arriba, y han matado a todos —soltó sin ton ni son, sin vaselina —porque la vaselina es para afeminados— y se quedó tan pancha.
Bueno, en realidad no tan pancha. Ahora quedaba el asunto de qué podían hacer...
—Podríamos intentar escabullirnos, pero es muy probable que terminen dándose cuenta. Quizás la mejor opción sería quedarse en éste túnel por un tiempo, hasta que todo por arriba se calme un poco... ¿no?
Donde debiere estar el campamento, ahora había una batalla campal por la supervivencia. Todos corrían de un lado a otro, intentando salvarse de unos caballeros montados, que obviamente debían ser los subordinados del señor feudal. Sin duda alguna, el señor embajador había sido rápido, mucho a decir verdad.
La sangre sobre la arena había creado numerosos charcos, y algunas partes diseccionadas de los hombres de Roshi decoraban a juego el lugar. Las antorchas andaban caídas, mientras que los jinetes arrasaban con lo poco que quedaba en pie del campamento. La chica no pudo evitar hacer una mueca de decepción, ahora si que lo iban a tener difícil para adentrarse de nuevo en la tumba...
«Maldita sea...»
La chica se dejó caer de manera suave y silenciosa por la pared de arena, apoyada aún en sus manos y piernas para no desprenderse de la misma de golpe. Al tocar de nuevo el suelo, se llevó la mano al mentón, pensando cómo decir lo que estaba sucediendo allá arriba.
—El ejercito del Damyo está arriba, y han matado a todos —soltó sin ton ni son, sin vaselina —porque la vaselina es para afeminados— y se quedó tan pancha.
Bueno, en realidad no tan pancha. Ahora quedaba el asunto de qué podían hacer...
—Podríamos intentar escabullirnos, pero es muy probable que terminen dándose cuenta. Quizás la mejor opción sería quedarse en éste túnel por un tiempo, hasta que todo por arriba se calme un poco... ¿no?
![[Imagen: 2UsPzKd.gif]](http://i.imgur.com/2UsPzKd.gif)