25/02/2018, 01:08
La anciana-camarera rió un poco al ver la reacción de la joven, quien pronto, rehuyó hacia Juro. Este se puso junto a ella, en señal de que entendía su dolor.
—N-o... ¿Se necesitaba reserva?
— ¡Para nada, corazón! Normalmente, estamos a rebosar. Pero hoy tenéis suerte. Tenemos sitio — exclamó la anciana —. Mesa para tres, ¿verdad?
— Si — se limitó a contestar Juro.
— ¡Perfecto, seguidme! — Sin embargo, la anciana se detuvo al observar a Nabi —Tendrás que perdonarme, querido, pero el perro no puede acompañarle a la mesa. Tenemos un sitio específico para él, no te preocupes.
La anciana señaló a un lado. En una esquina, cercana a la mesa en la que se sentarían, había un espacio con unas pequeñas vallas de madera, como si fuera un establo en diminuto. Tenía juguetes, tales como una pequeña pelota de futbol, una de baloncesto, y un hueso de los que suenan al morder.
— Lo usamos para niños y para perros — dijo la anciana, con una sonrisa.
La mesa en la que se les acomodó era una mesa de tamaño medio, pegada a la pared. Tenía ya palillos, dispuestos para comer, y servilletas perfectamente dobladas, junto a varias cartas para hojear los menús. En la pared, había un bello retrato de una selva quemándose.
A su alrededor, se podía ver bastante movimiento. Había gente ocupando cada una de las mesas, exceptuando una o dos, más vacías.
— Pronto vendrán a coger su pedido. ¡Que aproveche!
—N-o... ¿Se necesitaba reserva?
— ¡Para nada, corazón! Normalmente, estamos a rebosar. Pero hoy tenéis suerte. Tenemos sitio — exclamó la anciana —. Mesa para tres, ¿verdad?
— Si — se limitó a contestar Juro.
— ¡Perfecto, seguidme! — Sin embargo, la anciana se detuvo al observar a Nabi —Tendrás que perdonarme, querido, pero el perro no puede acompañarle a la mesa. Tenemos un sitio específico para él, no te preocupes.
La anciana señaló a un lado. En una esquina, cercana a la mesa en la que se sentarían, había un espacio con unas pequeñas vallas de madera, como si fuera un establo en diminuto. Tenía juguetes, tales como una pequeña pelota de futbol, una de baloncesto, y un hueso de los que suenan al morder.
— Lo usamos para niños y para perros — dijo la anciana, con una sonrisa.
La mesa en la que se les acomodó era una mesa de tamaño medio, pegada a la pared. Tenía ya palillos, dispuestos para comer, y servilletas perfectamente dobladas, junto a varias cartas para hojear los menús. En la pared, había un bello retrato de una selva quemándose.
A su alrededor, se podía ver bastante movimiento. Había gente ocupando cada una de las mesas, exceptuando una o dos, más vacías.
— Pronto vendrán a coger su pedido. ¡Que aproveche!
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60