27/02/2018, 19:43
Uchiha Datsue estaba cerca, y lo sabía. No por ese instinto de cazador nato con el que algunos ninjas habían nacido. No por esa corazonada que algunos románticos juraban poseer. No por una señal en el cielo que algunos religiosos creían ver. No, simplemente era por pura lógica. La aguja de su brújula rastreadora era ahora mucho más sensible a sus movimientos. Normalmente, cuando su objetivo estaba lejos, a kilómetros de distancia, la aguja apenas variaba su posición caminase él en una dirección u otra. Pero ahora, a medida que caminaba por los puentes que interconectaban aquella ciudad suspendida en lo alto de los árboles, no solo se movía, sino que daba grandes giros.
Llegado un momento dado, apartó la vista de su palma de la mano y la vio. Era ella, sin ningún tipo de duda. Tenía esa apariencia descuidada e inocente que tanto le caracterizaba, y desprendía esa aura bonachona que te impedía pensar que haría daño siquiera a una mosca, y con la que probablemente a tantos había engañado.
No a Datsue. Él había visto de lo que era capaz, cuando sin piedad había destrozado su primera vez con Aiko. También en el torneo, llegando a enfrentarse a Akame en la mismísima final. No, Datsue no pensaba dejarse llevar por las apariencias.
—Si estás pensando en lo que creo que estás pensando —le soltó por sorpresa, mientras estaba encaramada al puente tratando de discernir, aparentemente, el fondo—, hay formas más discretas de hacerlo.
Sonrió. Uchiha Datsue vestía más elegante de lo habitual, con una yukata de color azul pálido, un haori abierto y fino de un verde oscuro y un obi muy sencillo del mismo color. Portaba su habitual pendiente en forma de aro en una oreja y, en la otra, entre el lóbulo y la sien, un cigarrillo liado.
Lucía cansado, con sendas ojeras y ojos enrojecidos, como si no hubiese dormido en mucho tiempo.
—Cuánto tiempo, Ayame.
Llegado un momento dado, apartó la vista de su palma de la mano y la vio. Era ella, sin ningún tipo de duda. Tenía esa apariencia descuidada e inocente que tanto le caracterizaba, y desprendía esa aura bonachona que te impedía pensar que haría daño siquiera a una mosca, y con la que probablemente a tantos había engañado.
No a Datsue. Él había visto de lo que era capaz, cuando sin piedad había destrozado su primera vez con Aiko. También en el torneo, llegando a enfrentarse a Akame en la mismísima final. No, Datsue no pensaba dejarse llevar por las apariencias.
—Si estás pensando en lo que creo que estás pensando —le soltó por sorpresa, mientras estaba encaramada al puente tratando de discernir, aparentemente, el fondo—, hay formas más discretas de hacerlo.
Sonrió. Uchiha Datsue vestía más elegante de lo habitual, con una yukata de color azul pálido, un haori abierto y fino de un verde oscuro y un obi muy sencillo del mismo color. Portaba su habitual pendiente en forma de aro en una oreja y, en la otra, entre el lóbulo y la sien, un cigarrillo liado.
Lucía cansado, con sendas ojeras y ojos enrojecidos, como si no hubiese dormido en mucho tiempo.
—Cuánto tiempo, Ayame.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado