28/02/2018, 02:13
Akame dejó la pregunta de Meiharu en el aire, planteándose esa misma cuestión para sus adentros.
«¿Lo haría?»
De repente, un estruendo irrumpió en la precaria cabaña, seguido de un grito proferido por una voz peligrosamente familiar. «¡Por los cuernos de Susanoo!»
El Uchiha tiñó sus ojos de color rojo sangre al manifestar su Kekkei Genkai y cruzó la estancia con ágiles zancadas hasta colocarse junto al umbral de la puerta, con la espalda apoyada en la pared a un lado de la misma. Trató de afinar el oído, buscando intuir qué era lo que estaba ocurriendo fuera.
«Enemigos, probablemente. Pero, ¿cómo nos encontraron?»
Con un rápido vistazo dedicó una mirada a Meiharu; luego se llevó un dedo a los labios para indicarle que no hiciera ruido alguno. En otras circunstancias le hubiera gustado esperar, al acecho, a que sus repentinos visitantes entraran por su propio pie en la cabaña. El factor sorpresa. Sin embargo, parecía que ya habían agredido a Shinjaka, por lo que esperar otro segundo más podría significar que el aprendiz de herrero se ganara un boleto sólo de ida al Corral de los Quietos.
Así pues, el Uchiha se giró súbitamente y propinó una buena patada a la puerta para abrirla de par en par. Una vez ahí, evaluaría la situación en la calle; y actuaría en consecuencia.
«¿Lo haría?»
De repente, un estruendo irrumpió en la precaria cabaña, seguido de un grito proferido por una voz peligrosamente familiar. «¡Por los cuernos de Susanoo!»
El Uchiha tiñó sus ojos de color rojo sangre al manifestar su Kekkei Genkai y cruzó la estancia con ágiles zancadas hasta colocarse junto al umbral de la puerta, con la espalda apoyada en la pared a un lado de la misma. Trató de afinar el oído, buscando intuir qué era lo que estaba ocurriendo fuera.
«Enemigos, probablemente. Pero, ¿cómo nos encontraron?»
Con un rápido vistazo dedicó una mirada a Meiharu; luego se llevó un dedo a los labios para indicarle que no hiciera ruido alguno. En otras circunstancias le hubiera gustado esperar, al acecho, a que sus repentinos visitantes entraran por su propio pie en la cabaña. El factor sorpresa. Sin embargo, parecía que ya habían agredido a Shinjaka, por lo que esperar otro segundo más podría significar que el aprendiz de herrero se ganara un boleto sólo de ida al Corral de los Quietos.
Así pues, el Uchiha se giró súbitamente y propinó una buena patada a la puerta para abrirla de par en par. Una vez ahí, evaluaría la situación en la calle; y actuaría en consecuencia.