28/02/2018, 02:42
Enaltecida, la dama violeta se movió hacia el costado de la habitación con los brazos rodeándose a sí misma en un receloso abrazo. Nerviosa, atizó a Akame con la mirada y evidenció la solicitud de silencio con inmutabilidad.
En cuanto Akame abrió la puerta, se encontró de lleno con lo esperado: un hombre mulato se debatía en un intenso forcejeo, con la entrepierna sobre el abdomen del aprendiz. Con ambas manos sosteniendo un puñal que yacía irremediablemente inserto en el estómago de Shinjaka. Borbotones de sangre salían despedido de la herida, pero el aprendiz continuaba la lucha como quien no quiere la cosa.
—¡Hijo de puta, hijo de las mil putas! ¡aléjate, joder!
Algunas luces vecinas —y curiosas— se encendieron, atraídas por el escándalo.
Datsue abandonó el Molino con premura, dejando atrás aquel templo en el que le fue tan difícil entrar en primer lugar. Pero con la revelación de Toeru, ahora no era tiempo de preocuparse por ello. Tenía que llegar a la casa de seguridad e impedir que los secuaces del proxeneta hicieran daño a nadie.
Pero Tanzaku Gai era gigante, y de noche se hacía mucho más difícil atravesar sus calles. No iba a serle sencillo llegar hasta allá.
En cuanto Akame abrió la puerta, se encontró de lleno con lo esperado: un hombre mulato se debatía en un intenso forcejeo, con la entrepierna sobre el abdomen del aprendiz. Con ambas manos sosteniendo un puñal que yacía irremediablemente inserto en el estómago de Shinjaka. Borbotones de sangre salían despedido de la herida, pero el aprendiz continuaba la lucha como quien no quiere la cosa.
—¡Hijo de puta, hijo de las mil putas! ¡aléjate, joder!
Algunas luces vecinas —y curiosas— se encendieron, atraídas por el escándalo.
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Datsue abandonó el Molino con premura, dejando atrás aquel templo en el que le fue tan difícil entrar en primer lugar. Pero con la revelación de Toeru, ahora no era tiempo de preocuparse por ello. Tenía que llegar a la casa de seguridad e impedir que los secuaces del proxeneta hicieran daño a nadie.
Pero Tanzaku Gai era gigante, y de noche se hacía mucho más difícil atravesar sus calles. No iba a serle sencillo llegar hasta allá.