28/02/2018, 15:18
—Podríais visitar lo que a partir de hoy va a ser vuestro nuevo hogar... ¡Yo estaría encantada de que escogiérais algunas de las casas de por aquí! No confío mucho en la gente, por eso vine a esta zona, pero con vosotros, compatriotas, estaría encantada —dijo Arashihime—. O podéis ir a la playa del otro extremo de la isla. Allí siempre hace sol y calor. Es un sitio muy agradable.
Daruu bajó la mirada, clavándola en el plato del desayuno. Lo que Arashihime les estaba diciendo, básicamente, es que no, que no había nada interesante que hacer en aquél plano que no fuese aceptar tu nueva y mísera existencia bajo la técnica de Shiruuba que, pronto comprendió Daruu, en el fondo era bastante limitada. Es decir, sí, era una técnica extremadamente compleja: aquello era un Genjutsu con sus conciencias selladas, y aunque los cuerpos se pudriesen, ellos vivirían para siempre. ¿Pero a cambio de qué? Shiruuba podía intentar imitar muchas de las cosas de las que recordaba. Pero había otras que no había conocido nunca. De pronto, se preguntó si la mujer sería capaz de imitar otras cosas. El sexo y la reproducción, por ejemplo. ¿Podría tener hijos aquella gente allí, en esa ciudad?
¿Podían dos conciencias crear otra e inventarse toda su vida, desde el nacimiento hasta su muerte? ¿Hasta qué punto se haría real aquella conciencia falsa?
Cuando sintió que la cabeza le estaba a punto de estallar, se levantó, terminando su desayuno, y salió a la calle a despejarse.
Fuera, el día estaba tan nublado como el anterior. Aunque no había ni una pizca de agua.
«¿Eres del País de la Tormenta, y no puedes controlar ni un poquito de lluvia? Qué patética...»
Daruu bajó la mirada, clavándola en el plato del desayuno. Lo que Arashihime les estaba diciendo, básicamente, es que no, que no había nada interesante que hacer en aquél plano que no fuese aceptar tu nueva y mísera existencia bajo la técnica de Shiruuba que, pronto comprendió Daruu, en el fondo era bastante limitada. Es decir, sí, era una técnica extremadamente compleja: aquello era un Genjutsu con sus conciencias selladas, y aunque los cuerpos se pudriesen, ellos vivirían para siempre. ¿Pero a cambio de qué? Shiruuba podía intentar imitar muchas de las cosas de las que recordaba. Pero había otras que no había conocido nunca. De pronto, se preguntó si la mujer sería capaz de imitar otras cosas. El sexo y la reproducción, por ejemplo. ¿Podría tener hijos aquella gente allí, en esa ciudad?
¿Podían dos conciencias crear otra e inventarse toda su vida, desde el nacimiento hasta su muerte? ¿Hasta qué punto se haría real aquella conciencia falsa?
Cuando sintió que la cabeza le estaba a punto de estallar, se levantó, terminando su desayuno, y salió a la calle a despejarse.
Fuera, el día estaba tan nublado como el anterior. Aunque no había ni una pizca de agua.
«¿Eres del País de la Tormenta, y no puedes controlar ni un poquito de lluvia? Qué patética...»