1/03/2018, 12:39
Desde el mismo momento en el que el herrero abrió la boca, Akame supo que la había cagado. En gordo.
Y es que claro, presa del momento y de su propia idiotez y falta de raciocinio, no sólo le había revelado a aquel tipo que ellos dos eran ninjas, sino también la naturaleza de su viaje a Minoshi. «Puerca miseria, ¡la he liado!» pensó furiosamente el Uchiha. «La niña... ¡La niña!», se dio cuenta luego, conforme ataba rápidamente los cabos.
En ese mismo momento se puso de pie con rapidez y se dirigió hacia la ventana más cercana. Con la espalda apoyada contra la pared, se asomaría discretamente para intentar advertir si veía a alguien en la calle desierta. Luego le lanzaría una mirad fugaz al artesano —quizás bandido—.
—La niña. Dónde ha ido —exigió saber, tratando de conservar la calma—. ¿Cuántos de vosotros hay en esta aldea?
Quizás estaba sobrerreaccionando, pero en ese momento sólo podía pensar que una docena de hombres armados iba a echárseles encima de un momento a otro. Las dudas y el estrés amenazaron con hacer mella en su mente y apartarle de aquella actitud analítica que era menester mantener para cualquier ninja que quisiera conservar la cabeza sobre los hombros.
—Datsue-kun, ¿puedes caminar?
Y es que claro, presa del momento y de su propia idiotez y falta de raciocinio, no sólo le había revelado a aquel tipo que ellos dos eran ninjas, sino también la naturaleza de su viaje a Minoshi. «Puerca miseria, ¡la he liado!» pensó furiosamente el Uchiha. «La niña... ¡La niña!», se dio cuenta luego, conforme ataba rápidamente los cabos.
En ese mismo momento se puso de pie con rapidez y se dirigió hacia la ventana más cercana. Con la espalda apoyada contra la pared, se asomaría discretamente para intentar advertir si veía a alguien en la calle desierta. Luego le lanzaría una mirad fugaz al artesano —quizás bandido—.
—La niña. Dónde ha ido —exigió saber, tratando de conservar la calma—. ¿Cuántos de vosotros hay en esta aldea?
Quizás estaba sobrerreaccionando, pero en ese momento sólo podía pensar que una docena de hombres armados iba a echárseles encima de un momento a otro. Las dudas y el estrés amenazaron con hacer mella en su mente y apartarle de aquella actitud analítica que era menester mantener para cualquier ninja que quisiera conservar la cabeza sobre los hombros.
—Datsue-kun, ¿puedes caminar?