4/03/2018, 00:02
Las amenazas de Datsue, los intentos de intimidación, ya caían en saco roto. Ya caerían en saco roto a partir de ese momento, pero los ninjas no lo sospecharon. El hombretón rio, una risa larga y triste.
—¿Y si no pudieses parar? ¿Y si parar significa la hambruna y la muerte? ¿Y si esa es la única alternativa? —contrapunteó—. Pues, mira, no sé lo que le pasará a mi hija, espero que tenga una buena vida. Y ese camino del que me hablas no pienso tomarlo. Pero estoy seguro que sí que sucederá, Datsue. Ya ha sucedido. Esa niña ya es huérfana. Gracias a vosotros.
El otro shinobi se levantó corriendo y se acercó a la ventana para echar un vistazo al exterior. No había nadie alrededor de la casa. Desde allí sólo veía la casa de enfrente, y si se giraba tal vez un poco más del pueblo. No había signos de movimiento. Preguntó al herrero cuántos de ellos habían en la aldea, y a dónde había marchado la niña.
—¿La niña? He enviado a la niña con su tío, para que esté a salvo. —Y Datsue detectó una verdad incuestionable en aquellas palabras—. Y a tu segunda pregunta... Somos unos cuantos. Está Yoru, el muchacho estirado y pelirrojo, Shanahime, la mujer más fuerte y capaz que he conocido nunca, Manusho, el bajito... También está Tsuna, la mejor amiga de mi hija... Estoy, yo, por supuesto... A ver, ¿se me olvida alguno? No sé.
El herrero sonrió.
—¿Por qué queréis nada con nosotros, ninjas? Acogemos a todos los pobres con los que nos cruzamos, e incluso les damos algo de dinero, si podemos. Sólo asaltamos a los pudientes.
»¿Sois tan perros del poder como se dice de vosotros? ¿O queda algo de bondad en ese corazón de ceniza?
—¿Y si no pudieses parar? ¿Y si parar significa la hambruna y la muerte? ¿Y si esa es la única alternativa? —contrapunteó—. Pues, mira, no sé lo que le pasará a mi hija, espero que tenga una buena vida. Y ese camino del que me hablas no pienso tomarlo. Pero estoy seguro que sí que sucederá, Datsue. Ya ha sucedido. Esa niña ya es huérfana. Gracias a vosotros.
El otro shinobi se levantó corriendo y se acercó a la ventana para echar un vistazo al exterior. No había nadie alrededor de la casa. Desde allí sólo veía la casa de enfrente, y si se giraba tal vez un poco más del pueblo. No había signos de movimiento. Preguntó al herrero cuántos de ellos habían en la aldea, y a dónde había marchado la niña.
—¿La niña? He enviado a la niña con su tío, para que esté a salvo. —Y Datsue detectó una verdad incuestionable en aquellas palabras—. Y a tu segunda pregunta... Somos unos cuantos. Está Yoru, el muchacho estirado y pelirrojo, Shanahime, la mujer más fuerte y capaz que he conocido nunca, Manusho, el bajito... También está Tsuna, la mejor amiga de mi hija... Estoy, yo, por supuesto... A ver, ¿se me olvida alguno? No sé.
El herrero sonrió.
—¿Por qué queréis nada con nosotros, ninjas? Acogemos a todos los pobres con los que nos cruzamos, e incluso les damos algo de dinero, si podemos. Sólo asaltamos a los pudientes.
»¿Sois tan perros del poder como se dice de vosotros? ¿O queda algo de bondad en ese corazón de ceniza?
![[Imagen: MsR3sea.png]](https://i.imgur.com/MsR3sea.png)
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