12/03/2018, 17:08
Podía ser bien lunes, como jueves. Sin duda, lo único claro era que en la vida de un shinobi dispuesto a convertirse en el mas grande de su época, no había momento de descanso. Era shinobi desde que despertaba hasta que volvía a cerrar los ojos. Shinobi las 24 horas del día realmente, pues incluso durmiendo no hacía mas que pensar en qué podía hacer por mejorar sus habilidades, o por entrenar de manera mas eficiente. Toda su vida se sumía en un solo y único objetivo, pero eso estaba lejos de ser una carga para el Inuzuka. Se había acostumbrado a ello desde pequeño, no había otro camino.
—Vamos, ya queda poco Akane —aseguró Etsu.
El perro lo miró tedioso, ya era la decimoquinta vez que el chico afirmaba lo mismo. A su alrededor solo habían montañas, montañas, montañas, y mas montañas. De vez en cuando había un leve intervalo de llanuras, pero rápidamente desaparecían. Igual, fuese como fuese, había algo que estaba matando lentamente a ambos; genin y huskie. Llevaban como cuatro horas andando bajo la lluvia, y el cielo no parecía dispuesto a dar tregua.
—En serio, ya tenemos que estar al lado.
Y cubiertos apenas por un flamante chubasquero, ambos continuaron la marcha. El huskie adoptaba la forma de su hermano, y era por ello que podía salvaguardarse en gran parte de la lluvia. Menos mal que aquél tipo raro les había advertido de ésto... aunque casi parecía una broma.
¿De verdad nunca paraba de llover en esas tierras?
Conforme avanzaron, junto al linde del río, terminaron por ver a lo lejos lo que podía distinguirse como una ciudad. Era algo inconfundible, no había manera de que erraran sus vistas. Fue entonces que el rastas chasqueó los dedos en un enérgico movimiento que siguió con el brazo.
—¿Ves? ¡te lo dije!
De nuevo, se aventuraba a combatir a los posibles dojos de la aldea, ciudad, o lo que quiera que fuese ese sitio llamado Yachi. No había vuelta atrás, ya casi había llegado y regresar no era una opción. Con entusiasmo renovado, el dúo de Inuzukas avanzó con intención de llegar lo antes posible a la mencionada Yachi.
—Vamos, ya queda poco Akane —aseguró Etsu.
El perro lo miró tedioso, ya era la decimoquinta vez que el chico afirmaba lo mismo. A su alrededor solo habían montañas, montañas, montañas, y mas montañas. De vez en cuando había un leve intervalo de llanuras, pero rápidamente desaparecían. Igual, fuese como fuese, había algo que estaba matando lentamente a ambos; genin y huskie. Llevaban como cuatro horas andando bajo la lluvia, y el cielo no parecía dispuesto a dar tregua.
—En serio, ya tenemos que estar al lado.
Y cubiertos apenas por un flamante chubasquero, ambos continuaron la marcha. El huskie adoptaba la forma de su hermano, y era por ello que podía salvaguardarse en gran parte de la lluvia. Menos mal que aquél tipo raro les había advertido de ésto... aunque casi parecía una broma.
¿De verdad nunca paraba de llover en esas tierras?
Conforme avanzaron, junto al linde del río, terminaron por ver a lo lejos lo que podía distinguirse como una ciudad. Era algo inconfundible, no había manera de que erraran sus vistas. Fue entonces que el rastas chasqueó los dedos en un enérgico movimiento que siguió con el brazo.
—¿Ves? ¡te lo dije!
De nuevo, se aventuraba a combatir a los posibles dojos de la aldea, ciudad, o lo que quiera que fuese ese sitio llamado Yachi. No había vuelta atrás, ya casi había llegado y regresar no era una opción. Con entusiasmo renovado, el dúo de Inuzukas avanzó con intención de llegar lo antes posible a la mencionada Yachi.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~