(Examen) El péndulo y los Uchiha

[Uchiha Datsue]

—Pero, ¿qué cojo…? —Datsue no pudo terminar la frase. Tuvo que retroceder, asqueado, mientras se cubría con el antebrazo de la lluvia de sangre que tosía el herrero. Se restregó como pudo la cara, para luego contemplar, horrorizado, como su única esperanza de completar aquella misión con éxito caía para no levantarse jamás—. No… —Un frasco pequeño cayó del pantalón del hombre y rodó hasta el pie de Akame—. No... No, no, no, no —Datsue desvió la mirada hacia la sopa de verduras. Sopa que tan solo Yoru había comido—. ¡No, hijo de puta, no!

Le dio una patada al cuerpo inerte, descargando toda su rabia contra él. No podía ser, pero lo era. Su única fuente de información, el único hombre que podía orientarles en aquel pueblo y mantener su coartada… tan muerto como su misión. Porque, ¿qué podían hacer ahora? Seguramente más de uno les habría visto entrar en aquella casa. La propia hija del herrero era testigo. A aquellas alturas, y con el herrero muerto, su tapadera estaba destrozada. Aniquilada y reducida a cenizas. De haberle sacado información de provecho, a aquello todavía se le podría sacar algo positivo. Pero lo único que habían conseguido eran cuatro nombres.

Datsue rio por no llorar.

—Y pensar que fue Zoku quien nos enseñó la lección más valiosa de todas… —De no ser por él, quizá serían los jóvenes Uchihas quienes yacerían ahora muertos en el suelo—. Estamos jodidos, Hermano —dijo con un hilo de voz. Estaban más que jodidos. Estaban pendiendo de un hilo muy fino.