14/03/2018, 01:25
La fría mano de Datsue le sacó de su ensimismamiento y volteó a verle por sobre los hombros. Solloza, le otorgó una sonrisa silente y asintió, casi convencida de que si Datsue decía que iba a volver, era porque así iba a ser. Ya había demostrado sus capacidades habiendo abandonado el Molino rojo sin un rasguño, mientras ella se hubo arrastrado como una rata escurridiza y temerosa por la ciudad.
Se torció hacia Shinjaka, que respiraba pausadamente aunque ya no lucía tan pálido; y se despidió.
Cuando Akame y Datsue abandonaran la cabaña, se encontrarían con una engañosa tranquilidad. Algunas luces vecinas aún encendida con par de ojos cotilla que no dejaron sus ventanas. Pero, por alguna razón, nadie decía nada. Quizás era una zona acostumbrada a tumultos similares, o ...
Se torció hacia Shinjaka, que respiraba pausadamente aunque ya no lucía tan pálido; y se despidió.
Cuando Akame y Datsue abandonaran la cabaña, se encontrarían con una engañosa tranquilidad. Algunas luces vecinas aún encendida con par de ojos cotilla que no dejaron sus ventanas. Pero, por alguna razón, nadie decía nada. Quizás era una zona acostumbrada a tumultos similares, o ...