16/03/2018, 18:00
Datsue lo pilló a la primera, y Akame asintió con convicción. Aquel parecía un buen plan; dada la situación tampoco tenían muchas más opciones, de modo que el Uchiha simplemente cruzó las manos en el característico sello del Kage Bunshin. Al instante, una copia idéntica a sí mismo apareció entre ambos genin.
—Ponle uno de tus Henges-Fuuinjutsu a este cadáver como si fuese el tuyo —contestó Akame ante la exposición de su Hermano. Cuando Datsue le preguntó si había algo de interés que se hubiese perdido mientras estaba inconsciente, Akame contestó con gesto distraído, mientras paseaba su mirada por la estancia en busca de algo mínimamente interesante—, no realmente. Tuve que usar el Saimingan para obligarle a parar y a que te trajese aquí adentro. Si alguien nos estaba viendo, ya se olerá algo.
Así pues, el Uchiha se dispuso a ejecutar la siguiente parte del plan. Su clon pateó la mesa con fuerza, haciendo todavía más estruendo, y luego profirió un grito de rabia.
—¡Hijo de puta! ¡Lo has envenenado!
Entonces, el Kage Bunshin se lanzó hacia la puerta de salida. La tumbó con un placaje de su hombro izquierdo y echó a correr, cruzando el camino que llevaba hasta la morada del difunto herrero, dando tumbos y jadeando profusamente.
Mientras, el verdadero Akame se dispuso a registrar con discrección y rapidez la vivienda. Empezaría por la sala donde se encontraban, pero luego bajaría las escaleras hacia la sala de la fragua y la cocina. Buscaba cualquier objeto o detalle de interés, algo que pudiese darle alguna pista de lo que había sucedido en Minoshi para que los lugareños se hubiesen visto irremediablemente avocados al bandidaje.
—Ponle uno de tus Henges-Fuuinjutsu a este cadáver como si fuese el tuyo —contestó Akame ante la exposición de su Hermano. Cuando Datsue le preguntó si había algo de interés que se hubiese perdido mientras estaba inconsciente, Akame contestó con gesto distraído, mientras paseaba su mirada por la estancia en busca de algo mínimamente interesante—, no realmente. Tuve que usar el Saimingan para obligarle a parar y a que te trajese aquí adentro. Si alguien nos estaba viendo, ya se olerá algo.
Así pues, el Uchiha se dispuso a ejecutar la siguiente parte del plan. Su clon pateó la mesa con fuerza, haciendo todavía más estruendo, y luego profirió un grito de rabia.
—¡Hijo de puta! ¡Lo has envenenado!
Entonces, el Kage Bunshin se lanzó hacia la puerta de salida. La tumbó con un placaje de su hombro izquierdo y echó a correr, cruzando el camino que llevaba hasta la morada del difunto herrero, dando tumbos y jadeando profusamente.
Mientras, el verdadero Akame se dispuso a registrar con discrección y rapidez la vivienda. Empezaría por la sala donde se encontraban, pero luego bajaría las escaleras hacia la sala de la fragua y la cocina. Buscaba cualquier objeto o detalle de interés, algo que pudiese darle alguna pista de lo que había sucedido en Minoshi para que los lugareños se hubiesen visto irremediablemente avocados al bandidaje.