20/03/2018, 15:59
(Última modificación: 20/03/2018, 16:01 por Himura Ren.)
— Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah ¿A quien se le ocurrió la estructura de esta ciudad? — La joven Ryuko ya llevaba varios minutos de camino al torreón de la academia, pero gracias a su torpeza, perdió mas tiempo del que tenia de margen. Resbaló en dos ocasiones cayendo de culo por las prisas y su chubasquero cogió un suave tono marrón en la parte posterior. Por suerte, consiguió llegar al torreón de la academia entre jadeos.
— Por fin... Logre... Llegar... A la academia... — Su respiración era agitada y pesada, le faltaba el aliento y jadeaba con fuerza; desde luego no estaba en la mejor condición física para correr una maratón.
Tras una breve pausa para recuperar el aliento, decidió abrir la puerta principal del edificio; sin éxito alguno. La zarandeo suavemente, segundos después, lo repitió con mas fuerza; y finalmente, se dedico a aporrearla.
— ¿¡Pero porque me pasa esto a miiiiiiiiiiiiii? — Se derrumbó sobre la puerta arañando, golpeando y lloriqueando a moco tendido sin ningún resultado. "¿¡Pero y ahora que puñetas se supone que tengo que hacer!? ¡¿Quien se cree que soy?! ¡¿Una especie de mujer araña o algo así!? ¡¡Nadie puede trepar de manera natural este edificio!!". Alzó la mirada derrotada al cielo, de rodillas en la entrada.
"¿Debería abrir una tienda? ¿De comida o un supermercado? No, tal vez lo mejor sea invertir en bolsa; he oído que la compañía de Ninjatendo se ha recuperado fuertemente, tal vez podría...." Tal vez no era una chica muy lista o aplicada, pero casi todo lo que le interesaba, acababa conservándolo en su cabecita y se replanteaba que es lo que hacer tras ser degradada.
— ¿Eh? ¿Y eso? — Ryuko entrecerró los ojos, se podía discernir una figura escalando el edificio con relativa facilidad. Se trataba de un joven de cabellos oscuros, que ascendía en completa verticalidad el edificio. — Pero que cojones. Debo de estar alucinando por la falta de ai- ¡¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahh!! ¡Claro, lo que nos enseñaron en la escuela!. — Definitivamente, la capacidad mental no era lo suyo.
Gesticulo una gran palmada, y cerro los ojos a la vez; concentrando y canalizando su energía interior hacia la planta de sus pies, brillando estos con un suave color azulado. Con este brillo todavía vigente y armada de confianza, posó un pie sobre la pared y acto seguido el otro, comenzando la subida a la cumbre del edificio.
— Solo espero todavía estar a tiempo...
— Por fin... Logre... Llegar... A la academia... — Su respiración era agitada y pesada, le faltaba el aliento y jadeaba con fuerza; desde luego no estaba en la mejor condición física para correr una maratón.
Tras una breve pausa para recuperar el aliento, decidió abrir la puerta principal del edificio; sin éxito alguno. La zarandeo suavemente, segundos después, lo repitió con mas fuerza; y finalmente, se dedico a aporrearla.
— ¿¡Pero porque me pasa esto a miiiiiiiiiiiiii? — Se derrumbó sobre la puerta arañando, golpeando y lloriqueando a moco tendido sin ningún resultado. "¿¡Pero y ahora que puñetas se supone que tengo que hacer!? ¡¿Quien se cree que soy?! ¡¿Una especie de mujer araña o algo así!? ¡¡Nadie puede trepar de manera natural este edificio!!". Alzó la mirada derrotada al cielo, de rodillas en la entrada.
"¿Debería abrir una tienda? ¿De comida o un supermercado? No, tal vez lo mejor sea invertir en bolsa; he oído que la compañía de Ninjatendo se ha recuperado fuertemente, tal vez podría...." Tal vez no era una chica muy lista o aplicada, pero casi todo lo que le interesaba, acababa conservándolo en su cabecita y se replanteaba que es lo que hacer tras ser degradada.
— ¿Eh? ¿Y eso? — Ryuko entrecerró los ojos, se podía discernir una figura escalando el edificio con relativa facilidad. Se trataba de un joven de cabellos oscuros, que ascendía en completa verticalidad el edificio. — Pero que cojones. Debo de estar alucinando por la falta de ai- ¡¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahh!! ¡Claro, lo que nos enseñaron en la escuela!. — Definitivamente, la capacidad mental no era lo suyo.
Gesticulo una gran palmada, y cerro los ojos a la vez; concentrando y canalizando su energía interior hacia la planta de sus pies, brillando estos con un suave color azulado. Con este brillo todavía vigente y armada de confianza, posó un pie sobre la pared y acto seguido el otro, comenzando la subida a la cumbre del edificio.
— Solo espero todavía estar a tiempo...