21/03/2018, 12:19
Dentro, Akame registró la habitación. No parecía haber más que lo que se podía encontrar en la vivienda de un pobre, aunque con unos añadidos extra que todo buen hombre de problemas haría bien en poseer, como la ocasional navaja escondida en un inocente cajón. Abajo, la mitad norte de la casa hacía de fragua, y la mitad sur, de cocina. No encontró tampoco nada extraño allí. Es más, el problema era que bien podría haber sido la casa de un humilde herrero normal. Al fin y al cabo, los herreros hacen, entre otras cosas, armas.
Había unas cuantas piezas acabadas pero sin pulir y afilar, y otras a medio hacer. Probablemente porque los Uchiha le habían interrumpido la faena.
Eso sí, quizás un herrero de con aquél volumen de trabajo se podría dedicar más bien a forjar y reparar armas de bandolero, y no a venderlas a terceros. Akame no había visto ningún carro de transporte en el exterior. Ni caballos...
Caballos...
Los caballos no estaban a la vista.
El clon de Akame salió a trompicones y jadeando interpretando un papel perfecto junto a un Datsue maquillado con Ninjutsu. Una representación maravillosa sin espectador alguno: sólo les recibió el silencio. Quizás si se esforzaban mucho, mucho en buscar el rastro de alguien, se darían cuenta de las puertas de muchas de las casas estaban abiertas y que, de alguna de ellas, salían huellas que llevaban en una única dirección. Y si seguían dichas huellas se irían a parar directos a un granero que había visto tiempos mejores y que no contenía nada de grano.
Pero sí mierda de caballo.
Y las huellas de los cascos de los animales se perdían en el horizonte, alejándose del pueblo.
La niña era la bengala que avisaba a la banda para que se marchase, lejos de allí. Los Uchiha entendieron ahora toda la pantomima del herrero: su trabajo era entretenerlos. Por ello entendieron también el ritmo que había tenido la conversación, lento, premeditado. Lo había conseguido.
Sabían, o intuían, que el pueblo entero era una banda de asaltadores. Habían encontrado la guarida. Pero ya no era una guarida. Lo había sido, quizás.
Y si debían seguir el rastro de los caballos a pie, quién sabe a dónde les llevaría y si alguna vez alcanzarían al grupo?
¿Cuál era la siguiente decisión de los Uchiha?
Había unas cuantas piezas acabadas pero sin pulir y afilar, y otras a medio hacer. Probablemente porque los Uchiha le habían interrumpido la faena.
Eso sí, quizás un herrero de con aquél volumen de trabajo se podría dedicar más bien a forjar y reparar armas de bandolero, y no a venderlas a terceros. Akame no había visto ningún carro de transporte en el exterior. Ni caballos...
Caballos...
Los caballos no estaban a la vista.
El clon de Akame salió a trompicones y jadeando interpretando un papel perfecto junto a un Datsue maquillado con Ninjutsu. Una representación maravillosa sin espectador alguno: sólo les recibió el silencio. Quizás si se esforzaban mucho, mucho en buscar el rastro de alguien, se darían cuenta de las puertas de muchas de las casas estaban abiertas y que, de alguna de ellas, salían huellas que llevaban en una única dirección. Y si seguían dichas huellas se irían a parar directos a un granero que había visto tiempos mejores y que no contenía nada de grano.
Pero sí mierda de caballo.
Y las huellas de los cascos de los animales se perdían en el horizonte, alejándose del pueblo.
La niña era la bengala que avisaba a la banda para que se marchase, lejos de allí. Los Uchiha entendieron ahora toda la pantomima del herrero: su trabajo era entretenerlos. Por ello entendieron también el ritmo que había tenido la conversación, lento, premeditado. Lo había conseguido.
Sabían, o intuían, que el pueblo entero era una banda de asaltadores. Habían encontrado la guarida. Pero ya no era una guarida. Lo había sido, quizás.
Y si debían seguir el rastro de los caballos a pie, quién sabe a dónde les llevaría y si alguna vez alcanzarían al grupo?
¿Cuál era la siguiente decisión de los Uchiha?
![[Imagen: MsR3sea.png]](https://i.imgur.com/MsR3sea.png)
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