22/03/2018, 13:17
Y las tripas de Daruu respondieron al diálogo que habían iniciado las suyas propias.
—Y ahora, ¿por qué no olvidamos un poco todo esto y nos vamos a comer algo? —sugirió el genin—. Ahora mismo soportaría hasta las canciones de Kaniseba.
»Pero no comería pescado.
Y allí estaban de nuevo. Sentados en una mesa con tres bandejas de pescaditos fritos con patatas para cada uno. Era una suerte que el local no había cerrado todavía, pues de lo contrario se habrían visto obligados a esperar hasta el día siguiente. Algo impensable en aquellos momentos: Tan hambrientos que estaban, parecían haber perdido cualquier tipo de modales y los devoraban con ansia animal. Afortunadamente, Kamiseba y su banda parecían estar demasiado concentrados con la canción como para reparar en ellos. Y Ayame estaba demasiado concetrada en la comida como para prestar atención a la canción.
Y sólo cuando hubieron acabado con el último de los pescaditos y se hubo limpiado las manos y la boca con la servilleta, Ayame se echó hacia atrás frotándose la tripa con una mano.
—¡Creía que me moría del hambre! —exclamó, satisfecha.
—Después de comer emprenderemos el rumbo a Amegakure. Llevo el libro conmigo, así que podremos reportar el éxito de la misión a Arashikage-sama... e informar de las novedades sobre Shiruuba —Kōri se volvió hacia Daruu—. Daruu-kun, ¿te ves capaz de manejar dos pájaros?
Para aquel entonces, Ayame casi no los escuchaba. Había entrelazado las manos sobre las piernas en un sello y mantenía los ojos cerrados en un profundo gesto de concentración. Las quemaduras en su piel ya habían comenzado a sanar durante el viaje, pero ahora llena de energía, los bordes de las heridas comenzaron a burbujear ligeramente y, poco a poco y lentamente, comenzaron a reducirse. Ayame frunció ligeramente el ceño. Si el proceso de su técnica ya de por sí era lento, en aquel lugar cerrado apenas conseguía extraer agua del ambiente para utilizarla para su propósito. Habría sido mucho mejor esperar a encontrarse bajo la lluvia, pero no soportaba verse reflejada y ver su piel surcada por aquellas desagradables marcas.
—Y ahora, ¿por qué no olvidamos un poco todo esto y nos vamos a comer algo? —sugirió el genin—. Ahora mismo soportaría hasta las canciones de Kaniseba.
»Pero no comería pescado.
. . .
♫"Bajo el Mar"♫
♫"Bajo el Mar"♫
♫Hay sardinitas♫
♫Mira qué ricas♫
♫Ven a probaaaaar...♫
♫"Bajo el Mar"♫
♫Hay sardinitas♫
♫Mira qué ricas♫
♫Ven a probaaaaar...♫
Y allí estaban de nuevo. Sentados en una mesa con tres bandejas de pescaditos fritos con patatas para cada uno. Era una suerte que el local no había cerrado todavía, pues de lo contrario se habrían visto obligados a esperar hasta el día siguiente. Algo impensable en aquellos momentos: Tan hambrientos que estaban, parecían haber perdido cualquier tipo de modales y los devoraban con ansia animal. Afortunadamente, Kamiseba y su banda parecían estar demasiado concentrados con la canción como para reparar en ellos. Y Ayame estaba demasiado concetrada en la comida como para prestar atención a la canción.
Y sólo cuando hubieron acabado con el último de los pescaditos y se hubo limpiado las manos y la boca con la servilleta, Ayame se echó hacia atrás frotándose la tripa con una mano.
—¡Creía que me moría del hambre! —exclamó, satisfecha.
—Después de comer emprenderemos el rumbo a Amegakure. Llevo el libro conmigo, así que podremos reportar el éxito de la misión a Arashikage-sama... e informar de las novedades sobre Shiruuba —Kōri se volvió hacia Daruu—. Daruu-kun, ¿te ves capaz de manejar dos pájaros?
Para aquel entonces, Ayame casi no los escuchaba. Había entrelazado las manos sobre las piernas en un sello y mantenía los ojos cerrados en un profundo gesto de concentración. Las quemaduras en su piel ya habían comenzado a sanar durante el viaje, pero ahora llena de energía, los bordes de las heridas comenzaron a burbujear ligeramente y, poco a poco y lentamente, comenzaron a reducirse. Ayame frunció ligeramente el ceño. Si el proceso de su técnica ya de por sí era lento, en aquel lugar cerrado apenas conseguía extraer agua del ambiente para utilizarla para su propósito. Habría sido mucho mejor esperar a encontrarse bajo la lluvia, pero no soportaba verse reflejada y ver su piel surcada por aquellas desagradables marcas.