24/03/2018, 16:19
Karamaru, audaz, buscó una salida rápida ante la encerrona en que él mismo se había metido. Por suerte o desgracia, ambos adultos terminaron por dejar de lado sospecha alguna, haciendo un gesto afirmativo un tanto repetitivo y a la vez leve con la cabeza.
—La verdad es que si...
Sin embargo, aún buscaba hacer tiempo para su atareada compañera. No podía permitirse el lujo de dejar así las cosas, y por ello continuó su tanda de preguntas. Sin demora, preguntó por el resto de la gente ante la supuesta valentía anunciada. El hombre terminó por encogerse de hombros, sin saber muy bien qué decir.
—Así es —confesó —lo último que se rumoreaba era eso, que quería probar su valentía, y que se convertiría algún día en kunoichi. Pero... no volvió más.
Tras las palabras del cenobita, el hombre se llevó la mano al mentón, y meditó por un instante.
—Creo... creo que tengo algo que quizás les ayude. El día antes de desaparecer, la pequeña le dejó una carta a la hija del señor Kato. La chica la tenía en su pupitre, y nos la entregó al día siguiente. Creo que era su única amiga, al menos era con la que se hablaba.
»Esperen un momento, enseguida la traigo.
Con las mismas, el hombre se dio media vuelta y se marchó dirección a la habitación de la televisión. Entre tanto, Tomohiro pareció recordar algo que quizás era importante. El hombre chasqueó la lengua, y se llevó la mano a la boca, dubitativo.
—Que la chica estaba enferma lo sabían... ¿no? —preguntó el hombre en ausencia del conserje.
—La verdad es que si...
Sin embargo, aún buscaba hacer tiempo para su atareada compañera. No podía permitirse el lujo de dejar así las cosas, y por ello continuó su tanda de preguntas. Sin demora, preguntó por el resto de la gente ante la supuesta valentía anunciada. El hombre terminó por encogerse de hombros, sin saber muy bien qué decir.
—Así es —confesó —lo último que se rumoreaba era eso, que quería probar su valentía, y que se convertiría algún día en kunoichi. Pero... no volvió más.
Tras las palabras del cenobita, el hombre se llevó la mano al mentón, y meditó por un instante.
—Creo... creo que tengo algo que quizás les ayude. El día antes de desaparecer, la pequeña le dejó una carta a la hija del señor Kato. La chica la tenía en su pupitre, y nos la entregó al día siguiente. Creo que era su única amiga, al menos era con la que se hablaba.
»Esperen un momento, enseguida la traigo.
Con las mismas, el hombre se dio media vuelta y se marchó dirección a la habitación de la televisión. Entre tanto, Tomohiro pareció recordar algo que quizás era importante. El hombre chasqueó la lengua, y se llevó la mano a la boca, dubitativo.
—Que la chica estaba enferma lo sabían... ¿no? —preguntó el hombre en ausencia del conserje.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~