24/03/2018, 17:22
A Akame se le cayó el alma a los pies cuando lo entendió todo, y se sintió más estúpido de lo que jamás sería capaz de admitir. Un simple herrero convertido en asaltador de caminos había sido capaz de dárselas con queso a dos Uchiha como ellos, que aspiraban a obtener el codiciado y prestigioso rango de chuunin de Uzushiogakure no Sato. «Por las tetas de Amaterasu», maldijo el muchacho en su fuero interno, con la mirada perdida en el horizonte. Allá hacia donde se dirigían las huellas de los bandidos que acababan de escapárseles delante de sus narices.
Giró la cabeza a derecha e izquierda, como esperando encontrar mágicamente a algún rezagado que pudieran interrogar; evidentemente, no sucedió. Akame maldijo por lo bajo y luego se dirigió hacia su Hermano, mientras echaba un último vistazo al pueblo desierto.
—Nos la han jugado, los muy hideputas —masculló—. Llegados a este punto no creo que tengamos más alternativas que seguirlos. Podríamos registrar las viviendas, quizás con las prisas se hayan dejado algo útil, pero nos llevaría demasiado tiempo... No podemos perder el maldito rastro.
En su fuero interno, Akame realmente deseó que Datsue tuviera una de sus astutas y locas ideas, de esas que le venían algunas veces como chispazos de luz en plena oscuridad.
Giró la cabeza a derecha e izquierda, como esperando encontrar mágicamente a algún rezagado que pudieran interrogar; evidentemente, no sucedió. Akame maldijo por lo bajo y luego se dirigió hacia su Hermano, mientras echaba un último vistazo al pueblo desierto.
—Nos la han jugado, los muy hideputas —masculló—. Llegados a este punto no creo que tengamos más alternativas que seguirlos. Podríamos registrar las viviendas, quizás con las prisas se hayan dejado algo útil, pero nos llevaría demasiado tiempo... No podemos perder el maldito rastro.
En su fuero interno, Akame realmente deseó que Datsue tuviera una de sus astutas y locas ideas, de esas que le venían algunas veces como chispazos de luz en plena oscuridad.