25/03/2018, 17:01
En cuanto Kori-sensei cedió a su petición, Daruu dejó escapar un tremendo suspiro que pareció deshincharle. Se hundió sobre la mesa, derritiéndose y desfigurándose como uno de esos muñecos hinchables que menean los brazos con el viento; pese al inevitable madrugón del día siguiente, por supuesto, que tardaría en llegar pero llegaría.
Su maestro levantó una mano, y el camarero más cercano acudió a su llamada. Ambos intercambiaron una breve conversación de donde el grupo extrajo que la Posada Bajo el Mar era, en efecto, una posada. «Vaya descubrimiento, Kori-sensei, en una POSADA hay CAMAS para pasar la noche», pensó Daruu. Cualquiera hubiera podido deducirlo tanto por el nombre como porque tenía dos pisos.
El camarero se alejó, y la conversación habría dado lugar al silencio, de no ser por esa terrible y espantosa banda que les martirizaría más tarde incluso en sueños.
Finalmente, por consenso y tras que les trajesen la llave de la habitación, el trío se levantó del asiento y se dirigió al piso de arriba. Kori-sensei utilizó la llave para abrir la puerta y entró primero. Justo cuando Ayame estaba a punto de entrar, Daruu le sujetó el brazo y le hizo darse la vuelta.
—Espera. No voy a aguantar la noche entera sin hacer esto. —La atrajo hacia sí, y la besó.
Y algo en su pecho comenzó a brillar.
Su maestro levantó una mano, y el camarero más cercano acudió a su llamada. Ambos intercambiaron una breve conversación de donde el grupo extrajo que la Posada Bajo el Mar era, en efecto, una posada. «Vaya descubrimiento, Kori-sensei, en una POSADA hay CAMAS para pasar la noche», pensó Daruu. Cualquiera hubiera podido deducirlo tanto por el nombre como porque tenía dos pisos.
El camarero se alejó, y la conversación habría dado lugar al silencio, de no ser por esa terrible y espantosa banda que les martirizaría más tarde incluso en sueños.
Finalmente, por consenso y tras que les trajesen la llave de la habitación, el trío se levantó del asiento y se dirigió al piso de arriba. Kori-sensei utilizó la llave para abrir la puerta y entró primero. Justo cuando Ayame estaba a punto de entrar, Daruu le sujetó el brazo y le hizo darse la vuelta.
—Espera. No voy a aguantar la noche entera sin hacer esto. —La atrajo hacia sí, y la besó.
Y algo en su pecho comenzó a brillar.