30/03/2018, 15:45
Se encontraban delante del representante máximo de la villa. Raito había comunicado el resultado del examen a su superior, y se había despedido con una reverencia. Luego había salido y había cerrado la puerta tras de sí, y desde ese momento se había tejido un silencio que nadie se había animado a romper. Hanabi esperaba el momento apropiado, de espaldas a ellos, observando su aldea a través de la ventana.
Lentamente, se dio la vuelta, se acercó a su sillón y tomó asiento.
—Bueno, Raito me parece un jounin excepcional. Muy exigente, por lo que veo. —Se recostó en el respaldo y se rascó la cabeza—. Ese examen estaba muy por encima del nivel que se le suele exigir a un chuunin recién graduado. Sabía cuáles eran vuestros puntos débiles, y no dudo que los ha aprovechado.
»Raito no hace las cosas sin ningún motivo. Y creo que todo este mal trago intenta enviaros un mensaje. Queda en vosotros interpretar qué es lo que os quiere decir. Por lo que a mí respecta...
Suspiró.
—Bueno, tengo un favor muy importante que deciros. Varios favores, en realidad. El primero está relacionado con vuestro apodo. Los Hermanos del Desierto. Nada, muy rápido: advertidos estáis de que no debéis referiros así entre vosotros ni ante los demás fuera de la aldea. No sabemos cómo, pero los rumores se extienden por todo Oonindo. Si descubrieran vuestra identidad, eso nos dejaría en una posición inferior.
Hanabi se agachó y empezó a rebuscar en un cajón con ambas manos.
—Respecto a lo segundo, bueno... Los rumores también circulan por la aldea. Tenéis un renombre. Lo habéis tenido desde que empezásteis a ser genin, la verdad. Siempre habéis destacado —dijo, enigmático—. Y bueno, hemos tenido algunas... bajas en las altas esferas.
El mandatario colocó frente a ellos dos placas doradas, de forma triangular, que reconocerían muy bien, sin duda.
—Tengo dos huecos disponibles para ninjas con vuestro talento y vuestra fama. Yo creo que no deberíais conformaros con el cargo de chuunin. Hay dos plazas como jounin esperándoos.
»¿Qué me decís?
Lentamente, se dio la vuelta, se acercó a su sillón y tomó asiento.
—Bueno, Raito me parece un jounin excepcional. Muy exigente, por lo que veo. —Se recostó en el respaldo y se rascó la cabeza—. Ese examen estaba muy por encima del nivel que se le suele exigir a un chuunin recién graduado. Sabía cuáles eran vuestros puntos débiles, y no dudo que los ha aprovechado.
»Raito no hace las cosas sin ningún motivo. Y creo que todo este mal trago intenta enviaros un mensaje. Queda en vosotros interpretar qué es lo que os quiere decir. Por lo que a mí respecta...
Suspiró.
—Bueno, tengo un favor muy importante que deciros. Varios favores, en realidad. El primero está relacionado con vuestro apodo. Los Hermanos del Desierto. Nada, muy rápido: advertidos estáis de que no debéis referiros así entre vosotros ni ante los demás fuera de la aldea. No sabemos cómo, pero los rumores se extienden por todo Oonindo. Si descubrieran vuestra identidad, eso nos dejaría en una posición inferior.
Hanabi se agachó y empezó a rebuscar en un cajón con ambas manos.
—Respecto a lo segundo, bueno... Los rumores también circulan por la aldea. Tenéis un renombre. Lo habéis tenido desde que empezásteis a ser genin, la verdad. Siempre habéis destacado —dijo, enigmático—. Y bueno, hemos tenido algunas... bajas en las altas esferas.
El mandatario colocó frente a ellos dos placas doradas, de forma triangular, que reconocerían muy bien, sin duda.
—Tengo dos huecos disponibles para ninjas con vuestro talento y vuestra fama. Yo creo que no deberíais conformaros con el cargo de chuunin. Hay dos plazas como jounin esperándoos.
»¿Qué me decís?