3/04/2018, 00:21
Daruu detectó la mirada incriminatoria de Kori, y visiblemente ofendido, se sacudió para que El Hielo le soltase. Gruñó y se masajeó el brazo que el hombre había agarrado, frotándose para calentarse el músculo, que se había quedado agarrotado y frío como un carámbano.
—Espero, por tu bien, que estés diciendo la verdad —siseó Kori—. Porque esa es una acusación muy grave contra un shinobi de otra aldea. Dime, Daruu-kun, ¿qué razón podría haber llevado a ese Uchiha a hacer algo así? ¿Acaso conoce que Ayame es la Jinchūriki de Amegakure?
—No tendría por qué —objetó Daruu, negando con la cabeza—. Pero desde luego lo que sí sabía es que Ayame y yo estábamos juntos. Y yo no recuerdo haber ido pregonándolo por ahí.
—Da... ¿Datsue-san...? —Daruu giró el rostro ante una estupefacta Ayame—. Pero... ¿Por qué...? Nos conocemos... nos hemos visto en varias ocasiones y no...
—¡Ja! ¿Y no parecía mala persona, verdad? —dijo—. Hay que joderse. Que si los ribereños del norte son los malos, que si los del sur... ¡a ver si todos los ribereños van a ser unos hijos de un chacal al final!
»Por lo poco que le conozco, es astuto y ama el dinero casi más que su propia vida. Pero tiene un deje bastante infantil. ¿Seguro que es por el tema del jinchuuriki? ¿No ha pasado nada entre vosotros que haya podido llevarle a atacarte de esa manera?
Daruu miró a Kori y se encogió de hombros.
—Tuviste que estar en nuestro combate del Torneo de los Dojos, sensei. Viste lo que era capaz de hacer. Esa técnica sellada parecía más un truco barato de feria para molestar que un ataque mortal. No habría podido ir más allá de una quemadura pasajera. Si hubiera sido su objetivo hacerle daño, lo hubiera hecho mejor.
«Eso casi me asusta más.»
Daruu suspiró. Primero las técnicas ilusorias, luego las de sellado: habían demasiadas cosas demasiado peligrosas en aquél mundo que él conocía demasiado poco.
—Espero, por tu bien, que estés diciendo la verdad —siseó Kori—. Porque esa es una acusación muy grave contra un shinobi de otra aldea. Dime, Daruu-kun, ¿qué razón podría haber llevado a ese Uchiha a hacer algo así? ¿Acaso conoce que Ayame es la Jinchūriki de Amegakure?
—No tendría por qué —objetó Daruu, negando con la cabeza—. Pero desde luego lo que sí sabía es que Ayame y yo estábamos juntos. Y yo no recuerdo haber ido pregonándolo por ahí.
—Da... ¿Datsue-san...? —Daruu giró el rostro ante una estupefacta Ayame—. Pero... ¿Por qué...? Nos conocemos... nos hemos visto en varias ocasiones y no...
—¡Ja! ¿Y no parecía mala persona, verdad? —dijo—. Hay que joderse. Que si los ribereños del norte son los malos, que si los del sur... ¡a ver si todos los ribereños van a ser unos hijos de un chacal al final!
»Por lo poco que le conozco, es astuto y ama el dinero casi más que su propia vida. Pero tiene un deje bastante infantil. ¿Seguro que es por el tema del jinchuuriki? ¿No ha pasado nada entre vosotros que haya podido llevarle a atacarte de esa manera?
Daruu miró a Kori y se encogió de hombros.
—Tuviste que estar en nuestro combate del Torneo de los Dojos, sensei. Viste lo que era capaz de hacer. Esa técnica sellada parecía más un truco barato de feria para molestar que un ataque mortal. No habría podido ir más allá de una quemadura pasajera. Si hubiera sido su objetivo hacerle daño, lo hubiera hecho mejor.
«Eso casi me asusta más.»
Daruu suspiró. Primero las técnicas ilusorias, luego las de sellado: habían demasiadas cosas demasiado peligrosas en aquél mundo que él conocía demasiado poco.