3/04/2018, 23:47
Datsue miraba alto, hacia las nubes. Pero Hanabi quería que mirase todavía más alto. Quería que clavase su sharingan en la luna. Quería que…
«La madre que me parió… ¿Kage yo?». La imagen de él con el sombrero era tan surrealista que nunca se lo había llegado a plantear seriamente. Era demasiado irresponsable, demasiado egoísta y se dejaba amilanar con demasiada facilidad como para que nadie lo tomase jamás en cuenta para el cargo. Pero ahí estaba Hanabi, dejándolo caer, como una ligerísima posibilidad de futuro.
Y Datsue, irremediablemente, se imaginó cómo sería. Se vio a sí mismo sentado en el trono, con el sombrero de Kage y comandando a toda una Villa. Vio el sacrificio, la sangre y sudor derramada por sus ninjas convirtiéndose en oro al finalizar sus misiones. Un dinero que iba directo a sus manos…
A Datsue se le encogió el corazón.
Y entonces, logró ver más allá. Esa gloria que había saboreado, muy escasamente, en el torneo de los dojos. Vio el poder. La capacidad de dar cualquier orden sin posibilidad a réplica. Vio la envidia, el temor, el miedo y la adoración más profunda reflejada en los ojos de aquellos que le miraban. Y le gustó. Le gustó más de lo que jamás se hubiese imaginado. Y por, un momento, lo deseó.
Sacudió la cabeza, y trató de prestar atención a lo que Hanabi seguía diciendo. Debían tener cuidado con Shukaku. Datsue asintió, mientras escuchaba una voz de sobras conocida en el interior de su cabeza. Trató de no hacerle caso.
Estaba a punto de abrir la boca para solicitar su ansiado chaleco con la placa que les identificaba como jounins cuando Hanabi terminó su discurso dándole el pésame a Akame. Datsue tragó saliva, mientras miraba de reojo a su Hermano. Aquel era un tema que, mucho se temía, todavía no había superado. Quizá nunca lo hiciese.
«La madre que me parió… ¿Kage yo?». La imagen de él con el sombrero era tan surrealista que nunca se lo había llegado a plantear seriamente. Era demasiado irresponsable, demasiado egoísta y se dejaba amilanar con demasiada facilidad como para que nadie lo tomase jamás en cuenta para el cargo. Pero ahí estaba Hanabi, dejándolo caer, como una ligerísima posibilidad de futuro.
Y Datsue, irremediablemente, se imaginó cómo sería. Se vio a sí mismo sentado en el trono, con el sombrero de Kage y comandando a toda una Villa. Vio el sacrificio, la sangre y sudor derramada por sus ninjas convirtiéndose en oro al finalizar sus misiones. Un dinero que iba directo a sus manos…
A Datsue se le encogió el corazón.
Y entonces, logró ver más allá. Esa gloria que había saboreado, muy escasamente, en el torneo de los dojos. Vio el poder. La capacidad de dar cualquier orden sin posibilidad a réplica. Vio la envidia, el temor, el miedo y la adoración más profunda reflejada en los ojos de aquellos que le miraban. Y le gustó. Le gustó más de lo que jamás se hubiese imaginado. Y por, un momento, lo deseó.
Sacudió la cabeza, y trató de prestar atención a lo que Hanabi seguía diciendo. Debían tener cuidado con Shukaku. Datsue asintió, mientras escuchaba una voz de sobras conocida en el interior de su cabeza. Trató de no hacerle caso.
Estaba a punto de abrir la boca para solicitar su ansiado chaleco con la placa que les identificaba como jounins cuando Hanabi terminó su discurso dándole el pésame a Akame. Datsue tragó saliva, mientras miraba de reojo a su Hermano. Aquel era un tema que, mucho se temía, todavía no había superado. Quizá nunca lo hiciese.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado