8/04/2018, 01:46
—Nada —respondió, lacónico—. Me he quedado traspuesto.
¿Uchiha Akame quedarse traspuesto? Solo el mero hecho de pensarlo chocaba. No, conocía demasiado bien a su Hermano como para creer que no había nada más que eso. Pero, también porque le conocía, sabía que no serviría de nada insistir. Cuando Akame se encerraba en sí mismo, ni una lengua de plata como la suya lograba hacerle cosquillas.
Por eso, optó por dejarlo pasar.
Segundos después, se dio la vuelta al oír un estruendo a sus espaldas. Un hombre custodiado por cuatro guardias se adentró en el gran salón principal. El preso —más tarde presentado como Makoto Masaru—, parecía al borde del agotamiento. Aun así, y tras revelarse su historia y su particular petición, Datsue se preguntó si realmente estaba tan maltrecho o…
… había algo de fachada. Como ese viejo perro de pelea, inmóvil e inerte como si estuviese a punto de estirar la pata, pero que en realidad está guardando las energías que le quedan para su última batalla.
No sabía la respuesta, pero rezó para descubrirla. Ver un noble combate entre dos guerreros le alegraría los ánimos y, cuánto menos, le resultaría entretenido. No obstante, y a ojos de Datsue, Iekatsu no parecía por la labor. Aunque, de pronto…
—¿Se encuentran hoy aquí, entre nosotros, los shinobi de la Aldea Oculta del Remolino?
Un escalofrío recorrió su espina dorsal, y sintió que le invadía un sudor frío. Tenia un muy mal presentimiento.
—A-asi es… —dijo a media voz. Carraspeó, dando un paso al frente—. ¡Así es! ¡Uchiha Akame y Uchiha Datsue, shinobis de la noble Uzushiogakure no Sato! —hizo una rápida reverencia—. ¡Para servirle, Iekatsu-sama!
¿Uchiha Akame quedarse traspuesto? Solo el mero hecho de pensarlo chocaba. No, conocía demasiado bien a su Hermano como para creer que no había nada más que eso. Pero, también porque le conocía, sabía que no serviría de nada insistir. Cuando Akame se encerraba en sí mismo, ni una lengua de plata como la suya lograba hacerle cosquillas.
Por eso, optó por dejarlo pasar.
Segundos después, se dio la vuelta al oír un estruendo a sus espaldas. Un hombre custodiado por cuatro guardias se adentró en el gran salón principal. El preso —más tarde presentado como Makoto Masaru—, parecía al borde del agotamiento. Aun así, y tras revelarse su historia y su particular petición, Datsue se preguntó si realmente estaba tan maltrecho o…
… había algo de fachada. Como ese viejo perro de pelea, inmóvil e inerte como si estuviese a punto de estirar la pata, pero que en realidad está guardando las energías que le quedan para su última batalla.
No sabía la respuesta, pero rezó para descubrirla. Ver un noble combate entre dos guerreros le alegraría los ánimos y, cuánto menos, le resultaría entretenido. No obstante, y a ojos de Datsue, Iekatsu no parecía por la labor. Aunque, de pronto…
—¿Se encuentran hoy aquí, entre nosotros, los shinobi de la Aldea Oculta del Remolino?
Un escalofrío recorrió su espina dorsal, y sintió que le invadía un sudor frío. Tenia un muy mal presentimiento.
—A-asi es… —dijo a media voz. Carraspeó, dando un paso al frente—. ¡Así es! ¡Uchiha Akame y Uchiha Datsue, shinobis de la noble Uzushiogakure no Sato! —hizo una rápida reverencia—. ¡Para servirle, Iekatsu-sama!
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado