11/04/2018, 19:11
El dúo Inuzuka esperaba ansioso el banquete que habían encargado. A cada estocada de la chica al plato, la espera se les hacía mas y mas dura. La susodicha andaba clavando sus garras en el plato —no literalmente— de manera tan brusca y rápida, que casi daba miedo. No paró hasta tener el plato entre la espada y la pared, solo que sin espada ni pared. Lo terminó de un asalto, casi sin tomar pausa para respirar.
«¿Lo habrá robado?»
Casi parecía que se lo fuesen a quitar de las manos o algo parecido. Sin duda se había pasado un pueblo, o quizás dos. Al terminar con el arroz y carne al curry, le dio un buen buche a su jarra, y la clavó en la mesa en un golpe seco y sonoro. La chica, lejos de finezas y etiqueta, casi parecía una descendente de algún tipo de poblado nórdico. Si tuviese un hacha entre manos, sin duda la tomarían por alguna deidad nórdica, seguro.
Etsu se giró sobre su taburete, tomando de nuevo como referencia la barra. Se llevó las manos al estómago, y miró con tristeza a Akane —Si muero, dile a Padre que fue luchando, por favor.
Akane, lejos del teatro en que su hermano se había sumido, quedó mirándolo fijamente. Su mirada derrochaba palabras, decía mucho mas a que si directamente lo hubiese mandado a dar un paseo. El can, en la piel de Etsu, no parecía querer seguirle el rollo.
Entre tanto, la espera se hacía eterna. Siempre es así cuando se espera la comida y ves al resto comiendo con gusto.
«¿Lo habrá robado?»
Casi parecía que se lo fuesen a quitar de las manos o algo parecido. Sin duda se había pasado un pueblo, o quizás dos. Al terminar con el arroz y carne al curry, le dio un buen buche a su jarra, y la clavó en la mesa en un golpe seco y sonoro. La chica, lejos de finezas y etiqueta, casi parecía una descendente de algún tipo de poblado nórdico. Si tuviese un hacha entre manos, sin duda la tomarían por alguna deidad nórdica, seguro.
Etsu se giró sobre su taburete, tomando de nuevo como referencia la barra. Se llevó las manos al estómago, y miró con tristeza a Akane —Si muero, dile a Padre que fue luchando, por favor.
Akane, lejos del teatro en que su hermano se había sumido, quedó mirándolo fijamente. Su mirada derrochaba palabras, decía mucho mas a que si directamente lo hubiese mandado a dar un paseo. El can, en la piel de Etsu, no parecía querer seguirle el rollo.
Entre tanto, la espera se hacía eterna. Siempre es así cuando se espera la comida y ves al resto comiendo con gusto.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~