19/04/2018, 21:35
(Última modificación: 19/04/2018, 21:36 por Uchiha Akame.)
«Por los cuernos de Susano'o, este tipo es duro», pensó Akame al notar que el acero de su espada tenía dificultades para atravesar la piel cicatrizada en el cuello de aquel mastodonte. Aquel detalle, unido a su alto nivel y poder de chakra, hacían que Akame se mantuviera más en tensión que nunca. Si el Centinela llegaba a liberarse, una pelea realmente violenta iba a desatarse en aquel callejón.
Sin embargo, la respuesta del tipo no estuvo fuera de lo normal. Era de esperar que alguien de semejante porte y ambiciones no se amilanara fácilmente, ni siquiera después de haber caído en una trampa y estar a merced de dos ninjas. Aun así, Akame enarcó una ceja con escepticismo y se dispuso, luego, a sacar al Centinela de su error.
—No hemos venido a Tanzaku Gai para asesinarte —apuntó el Uchiha—. Entiendo el malentendido, pero entenderás que no había otra forma de discutir estos pormenores contigo, entre tanto soldado y tanta fortaleza secreta. Nuestra misión aquí es asegurarnos de que Kojuro Shinzo pague lo que debe a ciertas personas. Si tu muerte es necesaria, o no, para que eso se cumpla... Lo decides tú.
El Uchiha chasqueó la lengua y se encogió ligeramente de hombros.
—Quien se termine quedando con el monopolio del acero en el Sur de Oonindo, a mí se me da un ardite.
Sin embargo, la respuesta del tipo no estuvo fuera de lo normal. Era de esperar que alguien de semejante porte y ambiciones no se amilanara fácilmente, ni siquiera después de haber caído en una trampa y estar a merced de dos ninjas. Aun así, Akame enarcó una ceja con escepticismo y se dispuso, luego, a sacar al Centinela de su error.
—No hemos venido a Tanzaku Gai para asesinarte —apuntó el Uchiha—. Entiendo el malentendido, pero entenderás que no había otra forma de discutir estos pormenores contigo, entre tanto soldado y tanta fortaleza secreta. Nuestra misión aquí es asegurarnos de que Kojuro Shinzo pague lo que debe a ciertas personas. Si tu muerte es necesaria, o no, para que eso se cumpla... Lo decides tú.
El Uchiha chasqueó la lengua y se encogió ligeramente de hombros.
—Quien se termine quedando con el monopolio del acero en el Sur de Oonindo, a mí se me da un ardite.