24/04/2018, 23:05
Por fortuna —o por desgracia— para los shinobi, el Centinela cambió radicalmente su actitud cuando Akame le reveló las verdaderas intenciones que tenían para con él... Y Kojuro Shinzo. El Uchiha aguantó, estoico, el chaparrón que les cayó por parte de aquel tipo con una fea cicatriz en el cuello. «Si siempre eres tan jodidamente arrogante no me extraña que hayan intentado matarte cinco veces, hideputa», pensó el genin, con cierto hastío.
Pero la verdad, al final, era que —por mucho que el Centinela quisiera hacerles ver lo contrario— aquel desgraciado estaba a su merced, y a la de Datsue. Ellos eran ninjas bien entrenados, Uchiha para más inri, y él ni siquiera podía usar su chakra ni moverse con libertad.
—Ahórrate las amenazas, Centinela. Te aseguro que no tendrán efecto alguno —replicó Akame, tajante como la cuchillada de un buen acero—. Si quieres vivir para ver salir el Sol al alba, harás lo que te digamos.
Con esas, el Uchiha enfundó su katana.
—Si te niegas, te mato aquí mismo —aseguró el Uchiha, y por su tono de voz se podía intuir que iba completamente en serio—. Ahora vamos a volver a tu pequeña fortaleza para que mandes a uno de tus hombres a buscar a Shinzo. Que se reúna con nosotros en el Callejón de las Ánimas, junto al barrio de los artesanos.
Akame miró a su compadre, por si tenía algo que añadir.
Pero la verdad, al final, era que —por mucho que el Centinela quisiera hacerles ver lo contrario— aquel desgraciado estaba a su merced, y a la de Datsue. Ellos eran ninjas bien entrenados, Uchiha para más inri, y él ni siquiera podía usar su chakra ni moverse con libertad.
—Ahórrate las amenazas, Centinela. Te aseguro que no tendrán efecto alguno —replicó Akame, tajante como la cuchillada de un buen acero—. Si quieres vivir para ver salir el Sol al alba, harás lo que te digamos.
Con esas, el Uchiha enfundó su katana.
—Si te niegas, te mato aquí mismo —aseguró el Uchiha, y por su tono de voz se podía intuir que iba completamente en serio—. Ahora vamos a volver a tu pequeña fortaleza para que mandes a uno de tus hombres a buscar a Shinzo. Que se reúna con nosotros en el Callejón de las Ánimas, junto al barrio de los artesanos.
Akame miró a su compadre, por si tenía algo que añadir.