30/04/2018, 13:13
(Última modificación: 30/04/2018, 13:14 por Amedama Daruu.)
—Tienes que volver porque no sé cuánto va a aguantar mi hermano sin su ración diaria de tus bollitos de vainilla —había dicho Ayame tan sólo unos segundos antes.
—¡Ay, pobre Kori-kun! —había exclamado Kiroe, apenada—. ¡Daruu debería haberle hecho ya unos cuantos! Aunque claro, Daruu-kun ha estado entrenando toda la semana... Lo entiendo.
Ayame balbuceó ante la pregunta de Kiroe. Dudó un momento, pero finalmente terminó por contestar a la chiquilla. Kiroe se sonrojó como si fuera a ella a quien habían invitado a cenar, se separó de Ayame, se dio la vuelta y ahogó un grito en la almohada, agarrándola con fuerza. Volvió a voltearse.
—¿¡Ay, sí, en serio!? —dijo—. Dime, dime, ¿te trata bien mi Daruu-kun, no? ¡Porque si no lo mato!
Daruu se encontraba delante del armario rascándose la coronilla y comiéndose la cabeza sobre qué ponerse aquella noche cuando un sentimiento electrizante recorrió todo su cuerpo. De pronto, le fallaron las piernas y cayó de culo al suelo.
—¡La madre que te parió! ¡Zetsuo te dijo que no hicieras ningún esfuerzo! ¡Y te pones a correr por el pasillo! —Daruu gritaba a su Kage Bunshin, sin darse cuenta de que, en realidad, su Kage Bunshin había juzgado la situación como lo habría hecho él mismo.
—¡Ay, pobre Kori-kun! —había exclamado Kiroe, apenada—. ¡Daruu debería haberle hecho ya unos cuantos! Aunque claro, Daruu-kun ha estado entrenando toda la semana... Lo entiendo.
Ayame balbuceó ante la pregunta de Kiroe. Dudó un momento, pero finalmente terminó por contestar a la chiquilla. Kiroe se sonrojó como si fuera a ella a quien habían invitado a cenar, se separó de Ayame, se dio la vuelta y ahogó un grito en la almohada, agarrándola con fuerza. Volvió a voltearse.
—¿¡Ay, sí, en serio!? —dijo—. Dime, dime, ¿te trata bien mi Daruu-kun, no? ¡Porque si no lo mato!
· · ·
Daruu se encontraba delante del armario rascándose la coronilla y comiéndose la cabeza sobre qué ponerse aquella noche cuando un sentimiento electrizante recorrió todo su cuerpo. De pronto, le fallaron las piernas y cayó de culo al suelo.
—¡La madre que te parió! ¡Zetsuo te dijo que no hicieras ningún esfuerzo! ¡Y te pones a correr por el pasillo! —Daruu gritaba a su Kage Bunshin, sin darse cuenta de que, en realidad, su Kage Bunshin había juzgado la situación como lo habría hecho él mismo.