27/08/2015, 15:07
Al chocarse con la chica, ésta acudió rápidamente a pedir disculpas, pese a que no había sido su culpa. Había sido el albino quien realmente se había agobiado y girado de manera rápida y tosca, chocando contra ella en el proceso. Igualmente, pese al intento de la chica por pedir disculpas, el de ojos heterocrómicos ni se dignó en decir "no pasa nada" o "Ha sido mi culpa, lo siento". Pasó de ella como si de un cartón de leche de soja se tratase, y siguió su camino hacia afuera de esa marabunta.
Una vez fuera, el chico pudo comenzar a respirar, el aire por fin le llegaba a los pulmones. Tanta gente... solo hacía falta una buena bomba. El albino tomó un par de bocanadas de aire mas, y las soltó de forma profunda y tendida. Intentaba relajarse. Aunque en cierto momento, sus nervios peligraron.
De pronto, un grupo de chicos se aproximaron hacia su posición, y con una antigua cámara amarrada a un par de palos, se hicieron un par de fotos casi a su vera. Los chicos no tardaron en moverse apenas unos centímetros, cambiar la perspectiva, y hacerse otro par de fotos. Así prosiguieron por todo el largo del paseo, moviéndose de forma extraña y con ese curioso experimento entre manos. Al avanzar la mirada del chico en la dirección de ese extraño grupo, pudo ver que la chica con la que antes se había topado se había subido al poyete que daba fin a la planicie.
"¿Tanto le ha afectado el empujón que va a tirarse al mar?"
Sin embargo, la chica no miraba hacia el agua, si no hacia el mar de cabezas y espaldas. El albino se llevó la diestra hacia el mentón, y lo frotó levemente mientras volvía su vista hacia esa marabunta.
"Así que has perdido a alguien..."
Sin pensarlo demasiado, el albino se acercó a la chica. Evidentemente, ésta no le recibiría con los brazos abiertos, pero bueno, ¿Qué le iba a hacer?
—Una de éstas, y esa bola de carne se disolverá rápidamente...— Aconsejó el chico, mostrando una bola negra del tamaño de una canica.
Lo que mostraba no era mas que una bomba de humo, pero sería suficiente para que la gente se apartase. Mataba dos pájaros de un tiro, se libraba de la cola, y quizás de algún humano si entraba en pánico y saltaba hacia el agua. Aunque quizás eso último era pedir demasiado a una pobre bomba de humo.
Fuere como fuere, su bondadosa oferta también le haría a ella tener una fácil solución a su problema. A nadie le gusta respirar humo, y un humo morado quizás pasase por un ataque venenoso, por lo que casi nadie quedaría por el lugar. Reducía drásticamente su búsqueda de quien quisiera que buscase. Pura bondad concentrada éste peliblanco...
Una vez fuera, el chico pudo comenzar a respirar, el aire por fin le llegaba a los pulmones. Tanta gente... solo hacía falta una buena bomba. El albino tomó un par de bocanadas de aire mas, y las soltó de forma profunda y tendida. Intentaba relajarse. Aunque en cierto momento, sus nervios peligraron.
De pronto, un grupo de chicos se aproximaron hacia su posición, y con una antigua cámara amarrada a un par de palos, se hicieron un par de fotos casi a su vera. Los chicos no tardaron en moverse apenas unos centímetros, cambiar la perspectiva, y hacerse otro par de fotos. Así prosiguieron por todo el largo del paseo, moviéndose de forma extraña y con ese curioso experimento entre manos. Al avanzar la mirada del chico en la dirección de ese extraño grupo, pudo ver que la chica con la que antes se había topado se había subido al poyete que daba fin a la planicie.
"¿Tanto le ha afectado el empujón que va a tirarse al mar?"
Sin embargo, la chica no miraba hacia el agua, si no hacia el mar de cabezas y espaldas. El albino se llevó la diestra hacia el mentón, y lo frotó levemente mientras volvía su vista hacia esa marabunta.
"Así que has perdido a alguien..."
Sin pensarlo demasiado, el albino se acercó a la chica. Evidentemente, ésta no le recibiría con los brazos abiertos, pero bueno, ¿Qué le iba a hacer?
—Una de éstas, y esa bola de carne se disolverá rápidamente...— Aconsejó el chico, mostrando una bola negra del tamaño de una canica.
Lo que mostraba no era mas que una bomba de humo, pero sería suficiente para que la gente se apartase. Mataba dos pájaros de un tiro, se libraba de la cola, y quizás de algún humano si entraba en pánico y saltaba hacia el agua. Aunque quizás eso último era pedir demasiado a una pobre bomba de humo.
Fuere como fuere, su bondadosa oferta también le haría a ella tener una fácil solución a su problema. A nadie le gusta respirar humo, y un humo morado quizás pasase por un ataque venenoso, por lo que casi nadie quedaría por el lugar. Reducía drásticamente su búsqueda de quien quisiera que buscase. Pura bondad concentrada éste peliblanco...