9/05/2018, 02:03
(Última modificación: 9/05/2018, 02:06 por Inuzuka Etsu.)
Etsu caminaba por mitad de la urbe. Ya hacía un par de días que andaba acompañado de Kimo y Kame, dos de los sirvientes que su abuelo le había enviado para ayudarle en sus andanzas fuera de casa. Aunque, obviamente no eran del agrado de Etsu, así como tampoco agradaban a Akane. En realidad, no agradaban a nadie... esas caras llenas de cicatrices, siempre armando jaleos, con el ceño fruncido... casi parecían unos macarras del tres al cuarto.
Para cuando al fin los Inuzuka le dieron esquinazo al dúo de guardaespaldas, terminaron casi perdidos en Tane-shigai. Pero no era para menos, había estado dando mil y una vueltas en pos de conseguir su objetivo, y ya casi no sabían ni desde dónde habían comenzado.
Pero, lo importante era que lo consiguieron.
El chico dejó caer un suspiro, un que obviamente reflejaba alivio ante la anterior situación. Deslizó su mano desde la frente hacia su cabellera, recolocando las rastas y desviando su atención del sofocante calor. Buscó con su mirada a su hermano, el cuál andaba imitando su aspecto, y hasta sus gestos.
—Ya lo hemos — ¡PLAF!
De pronto, un panfleto golpeó su rostro, movido por una de esas ligeras corrientes de sofocante viento. El chico escupió, furibundo, tomando con ira a su agresor —el realmente dantesco papel rosa— y para cuando hincó sus ojos en el susodicho agresor, quedó perplejo.
—¿¡C-c-c-c-como!? —titubeó a duras penas —qué... qué cojones... significa ésto...
En realidad, estaba mas que claro. SEXO. GRATIS. «¿¡GRATIS!? ¿¡ACASO EL SEXO TIENES QUE PAGARLO!?» el joven, en su pura e ignorante inocencia, no terminaba de comprender el sentido de la frase expuesta. Pero, dentro de lo que cabe... era... SEXO. «Ésto no tiene ni pies ni cabezas... tío... ésto no tiene ni pies ni cabezas... ¿pero tendrá tetas?»
El chico bajó a su agresor poco a poco, ante la atónita mirada de su hermano. Su tez quedó aún mas blanca que de costumbre, y su rostro no mostraba expresión alguna; toda una cara de poker. Akane alzó una ceja, sin comprender lo que sucedía.
—Tenemos... que hacer una cosa... muy importante... —informó a Akane.
¿Acaso no era importante ver sus primeros pechos fuera de una revista elevada de tono? Claro que lo era.
Sin saber muy bien porqué, pero sabiendo muy bien su objetivo, Etsu guió la expedición hacia donde el maldito panfleto anunciaba. Al menos eso creía, después de todo era medianamente bueno en topografía. Si era capaz de perderse entre tan poco bosque, sin duda debía retirarse del oficio de shinobi, eso sin duda. Avanzó y avanzó, seguido por Akane, y quizás no muy distantes de Kimo y Kame; aunque ese ya era otro asunto.
Al cabo de quizás demasiado tiempo, pues sus instintos le requerían de darse mas prisa, el chico llegó aproximadamente a lo que debía ser la zona de sexo gratis. Pero, allí no vio mas que a otro tipo quizás de su edad. Poco mas lejos, había otro sujeto. Ambos chicos. En una zona de sexo. Gratis.
El silencio se hizo por un momento en su mente. Aunque, en realidad ya se habían presentado ante ambos.
El chico casi desfallece, quedó blanco cual marfil. El sudor comenzó a caer a goterones por su sien, frío cual iceberg. Su corazón latía a mil por hora. De ser un cohete, habría despegado y habría dado un par de vueltas a todas las galaxias conocidas y por conocer...
Tomó la nota del bolsillo a movimientos casi por espasmos, como si le costase la misma vida moverse, como si todo su cuerpo hubiese sido cristalizado y cada movimiento lo partiese en mil pedazos. Miró la nota, una vez mas. Alzó la vista, y observó por un momento a los dos tipos. Esos degenerados que se habían reunido allí con ÉSE propósito —¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!
El chico clavó las rodillas en el suelo, mientras que se llevó ambas manos a la cabeza. La nota se la llevó el viento, guiada por las atosigantes y leves ráfagas del mismo. Su gemelo quedó mirándolo sin saber a qué se dedicaba éste nuevo espectáculo.
«¡¡Mierdamierdamierdamierdamierdamierda!!» —¡MIEEEERDA! ¡Por lo que mas quieran, no —repito— NO. SE. SAQUEN. LOS PENES.
Hasta Akane se sobresaltó ante tan rotunda solicitud. Quedó perplejo, mirando a Etsu sin saber qué decir... y eso que el sabía decir bien poco.
Para cuando al fin los Inuzuka le dieron esquinazo al dúo de guardaespaldas, terminaron casi perdidos en Tane-shigai. Pero no era para menos, había estado dando mil y una vueltas en pos de conseguir su objetivo, y ya casi no sabían ni desde dónde habían comenzado.
Pero, lo importante era que lo consiguieron.
El chico dejó caer un suspiro, un que obviamente reflejaba alivio ante la anterior situación. Deslizó su mano desde la frente hacia su cabellera, recolocando las rastas y desviando su atención del sofocante calor. Buscó con su mirada a su hermano, el cuál andaba imitando su aspecto, y hasta sus gestos.
—Ya lo hemos — ¡PLAF!
De pronto, un panfleto golpeó su rostro, movido por una de esas ligeras corrientes de sofocante viento. El chico escupió, furibundo, tomando con ira a su agresor —el realmente dantesco papel rosa— y para cuando hincó sus ojos en el susodicho agresor, quedó perplejo.
—¿¡C-c-c-c-como!? —titubeó a duras penas —qué... qué cojones... significa ésto...
SEXO GRATIS
8 km Sur, 3 km Oeste
8 km Sur, 3 km Oeste
En realidad, estaba mas que claro. SEXO. GRATIS. «¿¡GRATIS!? ¿¡ACASO EL SEXO TIENES QUE PAGARLO!?» el joven, en su pura e ignorante inocencia, no terminaba de comprender el sentido de la frase expuesta. Pero, dentro de lo que cabe... era... SEXO. «Ésto no tiene ni pies ni cabezas... tío... ésto no tiene ni pies ni cabezas... ¿pero tendrá tetas?»
El chico bajó a su agresor poco a poco, ante la atónita mirada de su hermano. Su tez quedó aún mas blanca que de costumbre, y su rostro no mostraba expresión alguna; toda una cara de poker. Akane alzó una ceja, sin comprender lo que sucedía.
—Tenemos... que hacer una cosa... muy importante... —informó a Akane.
¿Acaso no era importante ver sus primeros pechos fuera de una revista elevada de tono? Claro que lo era.
. . .
Sin saber muy bien porqué, pero sabiendo muy bien su objetivo, Etsu guió la expedición hacia donde el maldito panfleto anunciaba. Al menos eso creía, después de todo era medianamente bueno en topografía. Si era capaz de perderse entre tan poco bosque, sin duda debía retirarse del oficio de shinobi, eso sin duda. Avanzó y avanzó, seguido por Akane, y quizás no muy distantes de Kimo y Kame; aunque ese ya era otro asunto.
Al cabo de quizás demasiado tiempo, pues sus instintos le requerían de darse mas prisa, el chico llegó aproximadamente a lo que debía ser la zona de sexo gratis. Pero, allí no vio mas que a otro tipo quizás de su edad. Poco mas lejos, había otro sujeto. Ambos chicos. En una zona de sexo. Gratis.
El silencio se hizo por un momento en su mente. Aunque, en realidad ya se habían presentado ante ambos.
El chico casi desfallece, quedó blanco cual marfil. El sudor comenzó a caer a goterones por su sien, frío cual iceberg. Su corazón latía a mil por hora. De ser un cohete, habría despegado y habría dado un par de vueltas a todas las galaxias conocidas y por conocer...
Tomó la nota del bolsillo a movimientos casi por espasmos, como si le costase la misma vida moverse, como si todo su cuerpo hubiese sido cristalizado y cada movimiento lo partiese en mil pedazos. Miró la nota, una vez mas. Alzó la vista, y observó por un momento a los dos tipos. Esos degenerados que se habían reunido allí con ÉSE propósito —¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!
El chico clavó las rodillas en el suelo, mientras que se llevó ambas manos a la cabeza. La nota se la llevó el viento, guiada por las atosigantes y leves ráfagas del mismo. Su gemelo quedó mirándolo sin saber a qué se dedicaba éste nuevo espectáculo.
«¡¡Mierdamierdamierdamierdamierdamierda!!» —¡MIEEEERDA! ¡Por lo que mas quieran, no —repito— NO. SE. SAQUEN. LOS PENES.
Hasta Akane se sobresaltó ante tan rotunda solicitud. Quedó perplejo, mirando a Etsu sin saber qué decir... y eso que el sabía decir bien poco.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~