9/05/2018, 16:28
—¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!
El desgarrador alarido reverberó entre los gruesos troncos de bambú, tomando por sorpresa al Uchiha y provocando que se volteara rápidamente adoptando una pose de guardia. Cuando quiso darse cuenta, tenía no a uno, sino a dos muchachos frente a él. Uno de ellos tenía el pelo verde y el otro llevaba unas rastas morenas que le cubrían toda la cabeza. «¿Un perro?» A Akame no le pasó desapercibido que uno de ellos iba acompañado de un can de bonito pelaje y expresión viva, que en ese momento le miraba con cierta confusión.
Ni tiempo tuvo el de Uzu a preguntar qué demonios estaba pasando, cuando el de las rastas les hizo una petición para nada usual. El jōnin se encogió de hombros, pero al ver que no era el único que tenía aquel panfleto rosa en las manos, se apresuró a explicarse.
—¡Eh! ¡E-e-esto no es lo que parece! —replicó, a voces, haciendo nerviosos aspavientos con los brazos mientras su rostro se ponía colorado como un tejo—. ¡Yo no soy el que ha citado aquí a nadie, ¿vale?!
Entonces agitó el panfleto en el aire, como si fuese la prueba acusatoria definitiva.
—¡De hecho me he encontrado este volante en Tane-Shigai! ¡N-n-n-ni siquiera es mío! —aseguró, como si le fuera la vida en ello. Entonces decidió devolver la pelota—. ¡Sois de Kusagakure! ¿No habrá sido esto cosa vuestra?