29/08/2015, 12:00
Por el rabillo del ojo vio que una sombra blanca y negra se acercaba a su posición, y Ayame se obligó a abandonar la vigilancia de la multitud para atender a su repentino acompañante. Para su sorpresa, se trataba del chico con el que había chocado anteriormente y algo dentro de ella se removió, inquieta por lo sucedido anteriormente. Por si las moscas, hizo fluir el chakra a la planta de sus pies y fijó su posición sobre el poyete.
Pero lo que hizo a continuación la dejó aún más estupefacta, si cabía. El chico sacó una pequeña esfera del tamaño de una canica y del color del carbón y fue entonces cuando Ayame reparó en la bandana que llevaba anudada en torno a su cintura. Era un ninja. Y a juzgar por el símbolo zigzagueante que lucía grabado en el metal, era de Kusagakure. Ayame no tardó en identificar el objeto, pues ella poseía una similar: le estaba ofreciendo una bomba de humo. Ladeó el rostro, torciendo el gesto en un claro gesto de reprobación.
—¡Pero no quiero que se disuelvan! Estoy buscando a dos personas, y remover a la multitud sólo complicaría las cosas —razonó, y justo entonces se le ocurrió algo. Flexionó las rodillas, para quedar a una altura más similar a la del chico—. Mi padre y mi hermano. Ambos son más altos que yo —comenzó a explicar, y con cierto apuro colocó una mano sobre su propia cabeza para simular una altura aproximada—. Mi padre tiene el pelo negro y los ojos aguamarina, y mi hermano tiene casi dieciocho años y es todo blanco. ¿Los has visto, por algún casual?
Pero lo que hizo a continuación la dejó aún más estupefacta, si cabía. El chico sacó una pequeña esfera del tamaño de una canica y del color del carbón y fue entonces cuando Ayame reparó en la bandana que llevaba anudada en torno a su cintura. Era un ninja. Y a juzgar por el símbolo zigzagueante que lucía grabado en el metal, era de Kusagakure. Ayame no tardó en identificar el objeto, pues ella poseía una similar: le estaba ofreciendo una bomba de humo. Ladeó el rostro, torciendo el gesto en un claro gesto de reprobación.
—¡Pero no quiero que se disuelvan! Estoy buscando a dos personas, y remover a la multitud sólo complicaría las cosas —razonó, y justo entonces se le ocurrió algo. Flexionó las rodillas, para quedar a una altura más similar a la del chico—. Mi padre y mi hermano. Ambos son más altos que yo —comenzó a explicar, y con cierto apuro colocó una mano sobre su propia cabeza para simular una altura aproximada—. Mi padre tiene el pelo negro y los ojos aguamarina, y mi hermano tiene casi dieciocho años y es todo blanco. ¿Los has visto, por algún casual?