11/05/2018, 21:23
Parecía que todo quedó aclarado, todos habían acudido a la trampa cual tonto a un caramelo. Movidos por una única y burda idea, ninguno parecía haber podido resistirse a bailar un poco el mambo horizontal; y eso que para al menos uno de ellos la primavera aún ni había llegado.
Mosquitos que vuelan directos hacia el candelabro eléctrico, su verdugo.
Pero bueno, todo tiene un comienzo y un final. El desenlace no parecía tan drástico como se podía pronosticar, tan solo había sido una confusión. Para cuando el rastas quiso darse cuenta, se volvió a convertir en no mas que un personaje secundario al que ni le ponen nombre. Una sombra, o quizás algo menos que tanta mancha intangible. Volvía a ser lo que estaba acostumbrado a ser, algo de lo que pasar, como de un suspiro sin dueño. Su vida entera como shinobi podía resumirse en eso, y eso que luchaba por todo lo contrario.
¿Cómo convertirse en el mas grande shinobi si de buenas a primeras pasas tan desapercibido? En realidad, tampoco era descabellado en la actual situación. Había alguien mas dramático que él, y eso ya era decir...
Un quinto shinobi apareció de la nada, en lo mas alto de un bambú. Alzaba tanto la voz como el Inuzuka segundos antes, solo que éste se lanzó a dar un discurso de superhéroe o algo. Tan solo le faltó desnudarse rodeado de estrellas y colores psicodélicos; y vestirse con una capa, calzoncillos por encima de unas mallas ajustadas y algún tipo de antifaz para no desvelar su verdadera identidad. Quizás éste tipo lo hacía tras dar su discurso, a saber.
«¿¡Qué co-jo-nes!?» la cara del Inuzuka parecía un poema, no sabía ni qué pensar.
De pronto, todo lo que parecía un superhéroe, se había convertido en un superhomófogo. En fin, al ménos era super-algo... menos da una piedra, ¿no?
El de mayor rango fue el primero en reaccionar para dar respuesta a tan drástica y extraña entrada. Ante la amenaza, ni siquiera alzó la guardia. Sobrado o no, parecía no haberlo tenido en cuenta como una amenaza. En realidad, hasta parecía mas joven que todos ellos. ¿Había que temer a ese loco?
—Y decías que yo era un montón de dramático, ¿eh Akane? —replicó a su gemelo, que lo miraba como dándole la razón.
Mosquitos que vuelan directos hacia el candelabro eléctrico, su verdugo.
Pero bueno, todo tiene un comienzo y un final. El desenlace no parecía tan drástico como se podía pronosticar, tan solo había sido una confusión. Para cuando el rastas quiso darse cuenta, se volvió a convertir en no mas que un personaje secundario al que ni le ponen nombre. Una sombra, o quizás algo menos que tanta mancha intangible. Volvía a ser lo que estaba acostumbrado a ser, algo de lo que pasar, como de un suspiro sin dueño. Su vida entera como shinobi podía resumirse en eso, y eso que luchaba por todo lo contrario.
¿Cómo convertirse en el mas grande shinobi si de buenas a primeras pasas tan desapercibido? En realidad, tampoco era descabellado en la actual situación. Había alguien mas dramático que él, y eso ya era decir...
Un quinto shinobi apareció de la nada, en lo mas alto de un bambú. Alzaba tanto la voz como el Inuzuka segundos antes, solo que éste se lanzó a dar un discurso de superhéroe o algo. Tan solo le faltó desnudarse rodeado de estrellas y colores psicodélicos; y vestirse con una capa, calzoncillos por encima de unas mallas ajustadas y algún tipo de antifaz para no desvelar su verdadera identidad. Quizás éste tipo lo hacía tras dar su discurso, a saber.
«¿¡Qué co-jo-nes!?» la cara del Inuzuka parecía un poema, no sabía ni qué pensar.
De pronto, todo lo que parecía un superhéroe, se había convertido en un superhomófogo. En fin, al ménos era super-algo... menos da una piedra, ¿no?
El de mayor rango fue el primero en reaccionar para dar respuesta a tan drástica y extraña entrada. Ante la amenaza, ni siquiera alzó la guardia. Sobrado o no, parecía no haberlo tenido en cuenta como una amenaza. En realidad, hasta parecía mas joven que todos ellos. ¿Había que temer a ese loco?
—Y decías que yo era un montón de dramático, ¿eh Akane? —replicó a su gemelo, que lo miraba como dándole la razón.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~